Adios, Guadal

Aquí en Andalucía dicen jugo y no zumo, de modo que me vi muy fuereño al pedir un zumo, ¡maldita sea! y tanto trabajo que me cuesta decir zumo. Pero la cosa es que ya se nos acabó la fiesta. Al ratito nos vamos a Jerez a tomar el tren de regreso a Madrid y ya podré, desde esta noche o desde mañana en la mañana, escribir con tranquilidad desde mi estudio lo que corresponda al día. Hoy por lo pronto, no va a haber poema, aunque estaba programado el siguiente del libro: “Un nopal en tierra extraña, o sorpresas en España”, porque resulta que mi amiga Claudia Santa-Ana, la directora del Ciela Fraguas, de Aguascalientes, me pidió que no publicara ese ni otros dos que le di inéditos para la Memoria del Encuentro de Poetas del Mundo Latino, en su extensión a Aguascalientes el año pasado. Había pensado poner en su lugar un texto en prosa pero como no tengo las condiciones técnicas necesarias para sacarlo de mi computadora y pasarlo por ésta, me abstengo olímpicamente y vosotros os aguantáis hasta mañana.

Me despedí muy educado del Guadalquivir y le dije que estaré muy al pendiente de que no le falte agua ni nada, lo mismo que al Atlántico, que aquí son uña y carne y uno no es quién para intentar separarlos. Hasta mañana.

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