María Victoria Llamas en escueta forma

Otro de los personajes sujetos a mi versificación de calaveras ese año fue mi amiga muy querida María Victoria Llamas, periodista cabal y dama entera. Estos endecasílabos no tienen nada de particular que merezca especial comentario así que disfrútenlos como van.

MARIA VICTORIA LLAMAS EN ESCUETA FORMA

Qué cumplida que fue Maria Victoria,
responsable, discreta, solidaria
y se acabó como se acaba un aria
atrás del pentagrama de la noria.

Daban gusto sus guisos y consejos,
sus sencillas razones de valía,
sus regaños melíferos de tía
que agarraba a sus pobres abadejos

y de ahí no los bajaba en todo el día;
castigaba, juzgaba, sentenciaba,
poniendo en los asuntos que ganaba
adornitos de miel y de ambrosía.

Comunista fatal, la Muerte misma,
quiso saber de qué pata cojeaba
y acercósele lánguida y taimada
con objeto de hacerle algún sofisma.

–¡Nadie a mí me la da ni sofismea
porque Llamas que tengo de La Rioja
son bastantes a muerte y trampantoja
que ya ni canta, ni se ríe, ni mea!

Muy ardida la muerte por el trato
inesperado y rudo de la occisa
mudose al otro lado con su misa
y se sentó a bruñir su garabato.

–Aquí te espero aunque te tardes mucho
que al cabo has de salir de tu programa
y a tu casa dormida y en tu cama
ya te habré de mandar el arrechucho.

Murió María Victoria con soltura
y en el último trance de finales,
sin prestarse a discursos oficiales,
tampoco quiso que viniera el cura.

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