Se sorprende Alma de Cántaro, interlocutora de este famosísimo blog, por la cantidad de medicamentos que a Milagros se le ocurrió poner en la foto de anoche. Ni son todos lo que están ni están todos los que son. Me explicaré. Esas son unas fotos en donde hay ejemplos del orden en que ella guarda los medicamentos homeopáticos en unas cajitas, y del orden con que me suministra los alopáticos en ese estuche plástico de tres compartimentos que indican desayuno, comida y cena, dizque para que no me confunda. Pero allí no está considerado el coctel que me ponen por vía intravenosa y que es el mero principal, allí nomás están un analgésico, una vitamina B12, un corticoide para tratar de evitar reacciones alérgicas al fármaco brutal y el sintrom, que es el anticoagulante para que no se me haga más bolas la sangre y se acabe la fiesta.
¿Y la homeopatía? os preguntaréis. Desde hace como veinticinco años curo todos mis males con esa magnífica rama de la medicina que no destruye unas partes para aliviar otras, pero resulta que hay enfermedades, como el cáncer, para las que la humana ciencia sólo ha encontrado solución, de manera estadística y científicamente comprobable, a través de la alopatía y sigo tomando la homeopática consistentemente para reforzar mi organismo y sobre todo, para evitar un despliegue de medicamentos industriales que aumentarían considerablemente el cupo de las amorosas cajitas de Milagros: que para la tos, que para el extreñimiento, que para la diarrea, que para las náuseas, que para protegerme el estómago, que para el sueño, que para el insomnio, que para hablar bonito y para escribir con buena ortografía.
Dado este parte de botica, orden y creación fotográfica, no me queda más que encomendarme (a qué, si no soy creyente) y esperar a que pase el día porque los efectos adversos del río que ayer me introdujeron en la sangre deben comenzar hoy o mañana a más tardar, y ya sé que vendrán unos días (¡qué sean poquitos, porfa!) en los que me siento de la patada. Ah, pero luego viene el amanecer y vuelvo a sentirme primero normal y luego fantástico. Y así hasta que una cosa u otra. Esperen ustedes las novedades. No se salgan del aire.