Después de la tormenta

Qué cosa comerá adentro de mí la quimioterapia que me hace bajar un kilo cada día; antier pesaba 69; ayer, 68; hoy, 67; a la misma hora, en ayunas, después de ir al baño y sin haber alterado mayormente mis hábitos. Las partículas de laboratorio, ¿se comerán cualquier cosa o andarán escogiendo dentro de mí los mejores filetitos de mi pulpa? ¿Se llevarán de todo o buscarán sólo lo rojo y luminoso? ¿Les dará igual blando que duro? ¿Roerán hueso y cartílago en su voracidad? ¿Manducarán también basura, escorias, heces, melancolías, jugos renales, viscosidades sin provecho? Esta vez no he perdido el apetito, anoche cené tres quesadillas y una taza de jugo de carne y al medio día comí normal; uf, y por la mañana me di un atracón de fruta. Por fortuna no duran muchos días sus bacanales; comen y se van; tres o cuatro días, creo. Estaré pendiente con la báscula antes de darme por salvado.

Ahora me veo obligado a interrumpir por un par de horas este vital comunicado porque me van a poner unos listones de colores por dentro para pasarme por un tubo que dirá, con su sabiduría calculada de máquina, cómo voy. Dentro de dos semanas sabrá el oncólogo si me da otro arponazo o me deja unos meses para que vuelva a pastar tranquilamente por los verdes prados. A mí ni una cosa ni otra me alteran. Yo trabajo igual pase lo que pase. A lo que escribo los kilos no le importan. Y me siento bien. Al rato sigo….

…El verano sí que les puede: todos tranquilos, de buen humor, despacitos; me metieron al TAC una hora después de la cita porque pues qué prisa, es verano. Y yo feliz; pues sí, qué prisa. Lo único es que como fui en ayunas mientras el yodo investigaba en los conductos de mis venas qué partes eran más susceptibles de colorearse la sensación de hambre me iba subiendo por las vías externas.

Pero no; si mi preocupación era volver a esta página para explicarles que si la letra está muy pequeña ya la agrandaremos, que se aplicará Milagros con el diseño, que lo que falta volverá a estar, que poco a poco todo el disgusto será memoria.

Me pregunta Jaime Avilés si quiero que lo cuente o será mejor callar, y esto le contesté: No me parece mal que lo cuentes, Jaime y que des de nuevo la dirección; yo ya la hice pública con el mail que mandé a todos mis directorios; lo que debo cuidar celosamente es el password. Tampoco entiendo mucho del ciberchiste pero no voy a pelear con ellos por medio de hackers ni por ningún otro; me retiro a un lado, abro otro espacio y listo. Ni siquiera creo que sea algo en mi contra ni que tengan idea de quién soy ni quiénes son mis posibles lectores; más bien pienso que son terroristas que tienen objetivos pagados por quién sabe quién en quién sabe dónde y tienen que cumplir con ciertas estrategias que sus teóricos les han definido para lograr ve tú a saber qué objetivos que persigue quien les paga, al que seguramente no conocen.

De todos modos, fea y todo, está curiosa la experiencia.

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