Han pasado los días con sus distintos esfuerzos. La semana compra sabores diferentes y los va poniendo sobre la mesa de los comensales de acuerdo con su propio arbitrio. La vida avanza por el delta vastísimo y múltiple que la hace tan divertida aunque sepamos que al fin, al fin, va a dar al mar único, que es escribir. Pasaron los supiritacos, disgustos y sorpresas y la espuma de la exaltación acaba deshaciéndose y dejando una humedad sabrosa y cálida en el lugar en que estuvo. Hay que reconocer que no fue fácil, aunque tampoco alcanzó en ningún momento la grandeza de la épica, excepto por la participación de los lectores, que fue tan alta, apasionada y generosa. Hoy, ya sentados reposando en el campo llano, todavía recibimos muestras de solidaridad y diatribas contra el invasor que se metió a nuestra página y quiso arrastrarnos a una confrontación de barbajanes. Ya pasó. Ellos siguen allí agazapados. De vez en cuando alguien tendrá el disgusto y la sorpresa de toparlos. No pasa nada. Ya le avisamos a todo el mundo que pudimos que estamos en otra parte.
Con una contundencia implacable se van acumulando las páginas y en nada que pasa ya hay un cuaderno nuevo por revisar con los acontecimientos de la semana. No hemos reinstalado las páginas anteriores –que ya lo haremos- pero las actuales ya van haciendo cuerpo de por sí. Estamos aplicándonos para buscar la mejor manera de ponerlas al alcance de quien pueda interesarse en revisar el pequeño pasado del blog, desde su página uno. Tenemos las trojes llenas de agradecimientos por tantas y tantas muestras de afecto que recibimos; con ellas nos alimentaremos todo el invierno; si no las contestamos una por una es porque son muchas; pero tenemos un agradecimiento grandísimo y nutritivo que pondremos al servicio de quienes pasen por aquí y necesiten comer y beber; porque eso tiene la solidaridad, que no es necesariamente circular sino espiral y siempre favorece a otros cuando da la vuelta.
En el momento de la crisis se movilizó todo el mundo; de blog en blog corrió la voz y tuvo cien ojos la cabeza de Argo para vigilar nuestro regreso al buen camino. Nos ayudaron, nos dijeron cómo, nos alentaron. Antes éramos unos que hacían un blog, ahora pertenecemos a una comunidad que tiene este medio como forma de creación. Con el auxilio de un par de notas de prensa y la exaltación del chisme, nos fuimos para arriba en el contador de visitas. Ya pasó; ya volvimos al cómputo razonable y en ascenso natural que corresponde. Queremos que cada vez se extienda más el número de lectores porque la escritura sólo se cumple en la lectura -no nos gusta hablar para un agujero en la tierra y cubrirlo con lodo, como debieran hacer los que tienen secretos perversos que dañan a los que puedan escuchar- pero que sea lo cierto que decimos y lo oportuno y divertido lo que nos conceda la mirada de los demás.