Los que vivimos adentro de las líneas de los trópicos no conocemos fenómenos climatológicos como el que aquí cuento; esta era la observación del cambio de estación visto en Berlín.
FEROZ COMBATE
Acá sí que se entiende que se personifique a los elementos y fuerzas
de la naturaleza, claro; los otros seres;
ahora mismo están librando -y el prodigio es que uno es testigo, yo, manso, que estoy aquí-
un feroz combate el Invierno furioso reteimpío
y la tímida Primavera.
Ella se asoma tamañita a soplar las nubes
y a insinuar los colores con que viene;
muestra apenas los tobillos
y algo de una espalda violenta se le alcanza a ver,
y el recabrón sopla y deshace todo y todo lo vuelve gris y helado
y mustio.
Pero en los interines cómo brilla sobre las ventanas,
sobre las ramas donde pronto estarán las copas de los árboles,
sobre los tejados,
el azul inmensamente transparente del sol oblicuo;
como si uno estuviera viendo a las personas de la batalla
en plena acción:
ella, una jovencita de piel tersa y calentada desde adentro por el deseo,
con los cabellos gruesos sueltos y revueltos por los fuertes aires;
él, un viejo maldito, cascarrabias, ruin,
vestido con hilachas de cueros viejos sobre hilachas de cueros astrosos
y soltando a veces carcajadas
y suciedades y obscenidades otras.
Una verdadera gigantomaquia es,
o más bien estacionomaquia que aquí se percibe con claridad completa
desde ring side.
Hace viento,
caen ligeros copos de nieve,
se oscurece y hace todo gris,
sigue soplando el viento, se lleva las nubes,
todo se aclara como la duda eterna,
vuelven a cambiar las condiciones,
nieva,
uf, qué lucha.
Y qué frío.
Es otra cosa la vida vista desde aquí,
uno deja de ser ese ser que dura a lo largo sin sentir el largo de la vida.
Escúchalo: [audio:http://www.alejandroaura.net/vozpoemas/Jubilo/L1996AAura70ferozcombate.mp3]