¡Terremoto!

Para los que nacimos en zona sísmica es de lo más normal. Lo que no quiere decir que no importe o que uno no acuse en el sistema nervioso la impotencia y el miedo natural que conlleva que se te mueva el mundo sin saber cuáles puedan ser sus consecuencias. Uno se acostumbra, sí; se acostumbra a que eso puede ocurrir, pero cada vez que sucede acude de nuevo el sobresalto ante lo imponderable. O sea que uno está siempre tamañito ante los temblores. Ahora imagínate en donde nunca tiembla, en donde eso se conoce nada más de oídas, como en Madrid, y tú calculas que si no es lugar en el que suela moverse la tierra tampoco lo será para que la ingeniería de construcción tenga que tomar sus precauciones y en el momento mismísimo en que empieza el baile de San Vito se te aparece tal información en el magín y te dices, ora sí ya nos llevó patas de cabra porque aquí no hacen construcciones antisísmicas y esto es un temblor.

Oh, sí: un temblor en Madrid. Hace un momentito. Yo estaba con mi página blanca esperando a que llegaran a trabajar las musas juguetonas que de seguro se pasaron la noche del sábado retozando con faunos y satiresas y ahora estarán tratando de atornillarse en su lugar la cabeza sin haber dejado ningún recado para mí, aun cuando saben que me levanto temprano a poner el ladrillo cotidiano de este descomunal palacio de lo intrascendente, cuando de pronto sonó el teléfono. Esto ha de ser de México, porque en domingo en la mañana quién va a llamar desde aquí. Sí, era Ysabel, desde San Luis. Y apenas habíamos dicho poco más que lo indispensable entre personas decentes y amigos queridos cuando de repente le digo: ah, chingao, está temblando, porque sentí el sacudidón; primero trepidatorio; cortito, sí, pero de brinco; ya se está pasando, dije, ya nomás es oscilatorio, porque se está meneando todo para un lado y para otro. Menos mal que duró tan poquito. Ni tiempo me dio de levantarme de mi asiento y refugiarme bajo el marco de la puerta, como se acostumbra en estos casos. Y vaya que habré vivido temblores toda mi vida.

Ahora falta ver las reacciones de los distintos sectores de la sociedad; de qué manera la oposición aprovecha para condenar al gobierno por poner a España en peligro de quebrarse, a ver qué dice la iglesia a propósito de los castigos que están a punto de sobrevenirle al país por querer imponer la educación para la ciudadanía y sobre todo, a ver qué dice la prensa española –mi versión, por lo pronto y a reserva de saber si hubo algún derrumbe o daño mayor, lo que no creo porque la verdad fue un temblorcito muy corto, es que no pasó nada más que el susto- y que informen de qué intensidad fue y cuáles fueron las reacciones de los poquísimos aborígenes que estamos en Madrid y de los muchísimos turistas que han de haber salido corriendo de la ducha y desnuditos como el susto los trajo al mundo habrán corrido por los pasillos de los hoteles preguntando qué pasar, qué pasar, por qué moverse todo.

Entradas creadas 980

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Entradas relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.

Volver arriba