Ecatepec de Morelos

Empezó la balacera. Sin más preámbulos nos fuimos a Ecatepec a lo que vine, a presentar el libro que dio origen a este diario tenaz y persistente en que cada veinticuatro horas aparezco en escena a decir mis parlamentos con más o menos acierto. Hay veces –lo sé porque llevo muchos años en el oficio- que mi actuación resulta más convincente y luminosa, más cercana al personaje imaginado, y otras, se diluye en el concierto como aportación para la trama. Así es y nadie se asombra. Lo que trato de evitar es la rechifla que se lleva el que descorazona a sus espectadores.

Ecatepec es una ciudad de tres millones de habitantes, un municipio enorme que forma parte de esa desproporción que llamamos la ciudad de México, ese amontonadero de barrios, pueblos y ciudades que se abrazan y hacen una unidad descomunal. Está hacia el norte y ha tenido la paciencia de ser gobernada en estos recientes tiempos de alternancia por alcaldes de los tres partidos grandes que sustituyeron a la dictadura de uno solo. Esto le da la esperanza de que algún día mejorará; por lo pronto el que no haya reelección hace que cada tres años todo tenga que empezar de nuevo: estilo y promesas, aciertos y saqueo. Igual que en todo el país cuya clase política se niega a modificar la ley para que el que sirva para gobernar pueda repetir periodos y organizar planes de mediano y largo plazo para su gobierno. Todos son administradores pasajeros cuyo futuro político no está en ser útiles en donde están sino en desplazar a los demás para llegar al siguiente puesto de la escala.

Como desde que llegamos no ha llovido, aunque nos dijeron que hasta la víspera el agua no había dado reposo, y fuimos contra corriente con los horarios porque es ciudad dormitorio, el tránsito estaba fluido y en un tiempo más que razonable estuvimos en el centro de una ciudad tan grande como les digo y con abundantes valores arqueológicos, históricos y naturales que con un poquito de voluntad, conocimiento, inversión y respeto, le darían lugar en el mundo, pero eso necesita un proyecto de gobierno superior a los tres años que duran por obligación, ¿y qué alcalde lo va a emprender? ¿para dejarle la mesa servida al adversario que le suceda?

Por lo pronto, en el auditorio del edificio del Ayuntamiento leí mis poemas ante un público conformado en su mayor parte por miembros de una cruzada de fomento a la lectura que el actual gobierno local ha emprendido: Libro Club de Ecatepec, y compartí con ellos la enorme emoción de haber sido hace años parte creativa de esa iniciativa cultural de gobierno.

Y ahora nos estamos apurando a cumplir los ritos matutinos porque nos vamos a Oaxaca a seguir con el periplo. Y allí tiene que ser de lujo porque son los editores. Me llevaré por supuesto la herramienta, pero si no encuentro cómo conectarme con las estrellas que hacen que lo que escribo aquí lo lean en cualquier parte del mundo al instante, quizás haya nuevos desajustes de horario, tengan ustedes paciencia y comprendan que no todo el monte es orégano.

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