Vacunas en La Habana

Lo que hace que uno se desespere es que no es seguro; nada seguro. Sabemos que la penicilina y sus incontables derivados antibióticos acaban con enfermedades que durante siglos se pasaron matando individuos porque se van directo contra el agente externo cuando se ha metido en el cuerpo y va ganando la batalla, y lo exterminan; bueno, y sabemos que el agua y el jabón son esenciales para evitar que los enviados de patogenia se metan por cualquier herida que se encuentren y se reproduzcan en el campo rico y calientito de la sangre. Lo que no sabemos es hasta dónde es eficaz la quimioterapia. Emparentada con las sangrías que en algunos casos servían para devolver la salud de algún enfermo –si no es que coincidían con otras razones-, actúa en el cuerpo de manera brutal destruyendo células que no acabamos de saber por qué se desviaron de su sencilla obligación de reproducirse en orden y empezaron a hacerlo a trochemoche, y aunque la quimio va cada vez más a los órganos dañados y cada vez se acerca más al objetivo, seguimos sin encontrar cómo atacar la causa. Porque seguimos sin saber por qué se genera, al menos yo no he oído nada convincente acerca del origen del cáncer.

El que yo tengo es por fumar, me dicen. Ok, lo acepto con muchas reservas, y agradezco que me haya dado treinta años después de que dejé el cigarrillo; otros dan, dicen, por comer esto o aquello, o por asolearse de más los muy blancos, o por angas o por mangas, y la mayoría, porque sí. Porque no sabemos. El más fácil de satanizar es el de pulmón –el tabaco, la polución, las partículas suspendidas-, pero cómo explicar los de los órganos sexuales, por ejemplo, ni modo que por exceso o por falta de uso, o por emplearlos con métodos equivocados -nada más falta que digan que el cáncer de útero es por no tener todos los hijos que manda Dios, o el de próstata por andarse trasteando por ahí-; u otros cuyas explicaciones no satisfacen pero bien que acaban con millones de vidas. Pero, bueno, mi intención no es convencer a nadie de que respecto al cáncer seguimos moviéndonos en las arenas movedizas de la ignorancia, sino contarles que vamos a Cuba.

En cuanto acabe de publicar esta página nos iremos al puerto aéreo y cogeremos el avión para la Habana. Porque tengo un descanso de la quimioterapia, a la que como todos ustedes saben me he sometido durante dos años con el resultado positivo de que sigo escribiendo esta bitácora y de que puedo seguir viajando, y porque leí que ahí están desarrollando una vacuna contra el cáncer de pulmón y que van muy avanzados en su elaboración. A mí quizás no me hace falta el dato, pero según la información que leí en internet hay un laboratorio estadounidense que ya está elaborando la vacuna pese al bloqueo. Tendré una entrevista con alguno de los médicos que están en este empeño y evaluaremos si es aplicable a mi caso. Y lo otro es que unos días en La Habana, al nivel del mar, en tierra alegre y bullanguera, no pueden más que hacer que se me quite la maldita tos.

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