Claro está que uno no tiene que entenderlo todo; nadie entiende todo, ni el más trinchón de los que aplican el cerebro a reflexionar sobre todas las cosas que pasan. Y no porque haya misterios, sino porque hay cosas que no se entienden. Una explicación benévola ante algo que no puede uno discernir es que faltan datos; careciendo de información completa hay que llenar las casillas con imaginaciones y supuestos y ahí es donde la puerca tuerce el rabo y el resultado deviene erróneo. ¡Y la cantidad bárbara de cosas que hay en el entorno de nuestras vidas que no se entienden! ¡Quién tuviera -porque nadie los tiene- los planos completos de las cosas! En rigor, si lo pensamos bien, más andamos entre enigmas que en claridad de entendimiento. El origen de las cosas, los principios del movimiento que generan todo lo que en nuestro alrededor está activo, lo que nos sale al paso sin haberlo procurado, lo que queremos desmenuzar para ver en dónde empieza, todo está lleno de dudas.
Para mí estaba claro que el blog original, el que hicimos de febrero a julio con tanto entusiasmo, en el que Milagros puso abundancia de primores y desvelos y yo di pasos tan erráticos buscando el camino de la escritura diaria -aunque fíjense, lo que me ha sorprendido de mí mismo es la disciplina, lo seriecito que me he portado con el compromiso de escribir todos los días cuando yo qué esperanzas de que fuera a forzarme si no estaban las musas a mi lado dictándome, acariciándome y abanicándome el calor de la creación-, tuviera o no tuviera inspiración, tuviera o no tuviera ganas y vigor y bienestar, el blog que aquellos desalmados sin objeto en la vida nos hackearon, aquel que sentimos que habían desgarrado de nuestro cuerpo dejándonos en carne viva, estaba liquidado, que la creación de este blog de repuesto daba por continuado el cuaderno en otra página y no había más que dejar cicatrizar la herida y aprender a portarla con dignidad.
Pero lo que no entiendo de plano es que una vez recuperado el formato y acervo del viejo blog y avisados los lectores de que ahí está, tenga todos los días una asistencia de visitas que ya querrían otras bitácoras activas. Di por concluida su cuenta cuando lo raptaron y me lamenté de la pérdida de trece mil setecientas entradas de lectores que llevaba. Dentro de mí esa cuenta quedó fija y tatuada y empezamos de nuevo. Y ahora resulta que no, que decenas, cientos de lectores van todos los días a esa Pompeya redescubierta y se pasean viendo el pasado, revisando cómo vivían los habitantes de ese mundo detenido en el tiempo, sacando ejemplos, anécdotas, copias y reproducciones. No, no entiendo. Pensaba que sería material de edición, si acaso; pero no que fueran páginas vivas; que podrían volver a tener lectores si se ordenaban en papel con la secuencia con que fueron escritas, y eso era lo que andaba masticando, por dónde buscar al editor. Y resulta que se han vuelto competencia de mi página del día. ¡Qué misterio!