Enigmas de poeta

Yo, señoritas y señores, soy poeta. Antes que otras muchas cosas que haya podido hacer en la vida, soy poeta. Me eligieron las musas cuando era un efebo que creía ser feo y aunque se han enojado conmigo varias veces –con tanta eternidad que llevan y no aprenden que la condición humana es inestable; mudables han sido ellas también, aunque divinas, porque tampoco tiene uno la culpa de todo-. Y viene esto a cuento no por necesidad de reafirmación ni porque esté esperando que me den algún premio sino a propósito de este blog. Que como recordarán empezó su carrera como Mercurio de mis versos; haría que aquí salieran todos mis poemas –hasta donde me alcancen los días si es que se acaban antes que las obras- y de ese modo tendrían un nuevo cuerpo, tan etéreo y sutil que les diera andar por el mundo de otro modo que vestidos de papel. Y así han andado. Además de empapelados, porque todos están ya en algún libro. Cuatro volúmenes van y se está por acabar el cuarto, Fuentes. Habrá que empezar con el que sigue, pues van en orden inverso; es decir, que he publicado lo último escrito y de ahí para atrás; así que vendrá después el libro Poeta en la mañana.

Pero lo que quería decir es que me llama la atención la poca respuesta que hay a la lectura de estos poemas; antes los comentaban con más asiduidad pero los de este libro último tengo la sensación de que han ido por un carril distinto de lectura que la prosa. Será que tienen algunas características distintas a los de los otros libros, que no tienen puntuación, que comen su hierba en distintos prados, que tienen menos miedo de ser feos. Y vieran que hay algunos que a mí parecen de lo mejor que he escrito. En una de esas yo tengo la culpa porque antes hacía alusiones a lo publicado en verso y desde hace meses hago un diario que no voltea a ver los poemas sino que anda con otras preocupaciones y andanzas. Por más que muchas veces sus asuntos por azar coincidan. Pero es que la vida no es fácil. Ahora que también hay otra cosa: yo mismo los veo con distancia, distinto a lo que me pasa con los de otros libros. También yo a veces los leo como si no fueran los hijos que siempre he tenido sino unos de distinto amor.

Es raro ser poeta. Como no se vive de eso no es fácil asumirlo. Lo que hacen la mayoría son carreras universitarias de letras que les permitan vivir de la cátedra o de la investigación. O son editores o promotores de la literatura. Y entonces la vida se va en prendas. De todos modos la vida se va en prendas. Por eso propuse una vez que el estado y las empresas se hicieran cargo de mantener a los poetas encomendándoles escribir los poemas de las grandes obras sociales públicas y privadas, que se instituyera el cargo de poeta residente de proyecto y se sumara su estipendio al presupuesto, pero creo que a todos les ha parecido broma. No me parece mal volver a decirlo y volverlo a proponer. Esa sería una buena forma de conmemorar el Bi-centenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución: crear por decreto constitucional la obligación del Poeta Residente. Y que fuera el que quisiera. Ah, qué país más bueno sería ese.

Entradas creadas 980

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Entradas relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.

Volver arriba