AGUA DE TEHUACÁN
Le agradezco tanto al agua de Tehuacán
lo que hace por mí.
En ese botellón magnífico de vidrio soplado
con su boquita semejante a un beso
de azulosos matices que pernocta a mi lado
en el buró,
burbujea serenamente diciéndome:
ya duérmete, te velo celosa
de todo lo que pueda inquietarte
y cuando te despiertes
azuzado por los perros de la maldita sed
aquí estaré
para darte el bálsamo de frescura
que necesita tu atribulado sueño
Qué te pasó durante el día,
por qué llegaste exhausto. No,
duérmete, mañana me platicas. Voltéate,
abraza a tu mujer, acaríciala, reposa.
Y adquiero por la gracia de tal compañía nocturna
sales, minerales, vegetales,
vitaminas, proteínas, cariños, indulgencias,
suerte, inspiración, serenidad,
piedad a veces
y agua que tanta falta me hace
de los beneméritos manantiales de Tehuacán.