El dolor y la gloria

Hay un territorio en España que ahora es Comunidad Autónoma y antes fue el reino de Aragón, con sus altos y bajos, con oscuridades y sombras extendidas por lomeríos y desviaciones a lo largo de su historia y de su geografía. Le levantan los Pirineos el cuello de una cabeza altiva. No es pobre porque ya España no es pobre, pero todavía en muchos de sus pueblos se siente el pasado cercano lleno de privaciones; está, no en pie sino como quedó, en carne viva, en dolor vertido, el testimonio doloroso de la Guerra Civil, en Belchite (el dolor), y el áspero y concentrado pueblo donde nació Goya, Fuendetodos (la gloria). El frío de las regiones y las casas de piedra. Ayer hacía menos siete grados en Teruel. Los Montes Negros, la comarca de los Monegros, entre Zaragoza y Huesca, se volvió navegante y quedó en estepa por la tala de bosques para construir barcos. El Ebro pasa cerca; hay sistemas acuíferos profundos. En los pueblos pequeños no vive casi nadie; la mayoría de los aragoneses están en las ciudades.

Y ayer anunciaron una transformación radical de la comarca de Monegros, que es desierto: harán un paraíso del ocio y el sinsentido, que por lo pronto se llama Gran Scala y al que aspiran a atraer no sé cuántos millones de humanos sin brújula (pero con dinerillos) al año para que disfruten de casinos y espectáculos casi como en Las Vegas. Vendrán a millones (púmbatelas y cataplúm) y crearemos miles de empleos, dijeron: falacia más ruin cuesta trabajo encontrar entre las justificaciones humanas para acometer perversidades. Montones de hoteles, casinos a puños, comercios de todo, campos de golf que son emblema de un mundo en el que no existen los pobres (ni los niños ni la creatividad). Habrá una puertecita de contrataciones para empleados de servicio, transportes, intendencia, seguridad sobre todo; habrá. Y la comarca se volverá un Eldorado en el que escurrirán millones de euros de impuestos. Porque, a ver: los aragoneses ya no somos pobres; tenemos dinero y para qué otra cosa puede servir el dinero más que para producir más dinero. Y si no nos alcanza no importa: nos juntamos con inversionistas de otras partes en donde haya dinero y ya está; habrá para todos.

Ha habido varias veces en México, y supongo que en el resto del mundo, un sistema de estafas en serie que se llaman pirámides. Tú te aseguras de que equis número de personas te den una cantidad determinada de dinero y los convences de que a su vez se aseguren de que encontrarán un número de proveedores que les den a ellos, que conseguirán a otros que los surtan en un escape geométrico sin límites, del que siempre ganarás, en teoría, una pequeña cantidad que repetida muchas veces se vuelve fortuna. Es eficaz, hasta cierto punto, pero es una estafa porque su única razón de ser está en obtener dinero sin ofrecer nada a cambio, más que la ilusión. Esto no es una estafa, por supuesto. Cómo va a ser si lo avalan las autoridades políticas y los usos del tiempo. Esto se llama inversiones, desarrollo, futuro promisorio. Ocio y entretenimiento. Negocios legítimos, pues. Y que ruede el mundo.

Ayer en la tarde, durante la siesta, mi hija Cecilia ingresó a mis sueños. Estaba bien, bonita, alegre; algo que ya no recuerdo andaba haciendo con mi hermana María Elena. Bienvenida a mis sueños, hija.

Entradas creadas 980

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Entradas relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.

Volver arriba