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A la hora de despertar

A LA HORA DE DESPERTAR

Avanza uno con difíciles pasos de la noche al día
entre una bruma densa y dura,
como si despertar fuera un acto de madera.

Apenas se percibe el día
y ya está el organismo esforzándose por entender,
por acoplarse al orden de las cosas externas
sin aceptar que es organismo de hombre,
que tiene doble condición,
que solo reposa cuando el tipo quiere.

¿Y quién es uno entre esa confusión de la mañana?

El ojo no puede ver
porque el párpado es una rasposa tela
que lo tiene asustado,

la voluntad es apenas una pobre brizna,
una basura suelta al viento de la primera luz,

la idea no tiene mecha todavía

y el pasado reciente de la noche
arrastra en su vacío húmedo y sin tiempo
a la masa de caldo que quiere depertar,
sacudirse la duplicidad, incorporarse,
ser señor, saber la hora, beber un poco de agua,
comenzar a tallar el palo del paso obligatorio
entre el reino feliz y la dicha del día.

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