LA RAÍZ DEL SUEÑO
Pedirle hace
cierta piedad al sueño,
cuando su masa está suave todavía
y se oye aún la música de sus caricaturas.
Esas acciones pías de voltearse,
de negarse a la vigilia,
de oponerse a la ingrata conciencia
y masticar el pan del sueño
sin temor al riesgo,
ennoblecen al durmiente
que así se expone a conocer lo que hay detrás.
Porque sabe a carne el sueño,
si se alarga
parece que uno se va comiendo a sí mismo,
sabe a cada uno su sueño prolongado
y en la raíz del sueño
está el origen del deseo.
De vez en cuando es bueno
dejar que el párpado se hinche,
que se agote la frente,
que se descuenten las horas laborables
en favor de tal imitación de la delicia.