Regaño

¿Y qué esperabas? -me dice el día con la voz suave pero severa de quien no está en momento de hacer concesiones-,¿quieres sol y calor y palmeras abanicando los agobios de la temperatura?, vete al trópico; haz tu maletita y empréndela; aquí estás en donde empiezan los rigores del norte que tiene, entre otras características, un invierno que se nota, y no pensarás con seriedad que el lujo estilístico madrileño de tener un ramo grande de días soleados en su calendario invernal es dejadez de la responsabilidad de cumplir con los signos de la estación. Qué dirías si estuvieras en Oslo, en Moscú o en Copenhague. -El día levanta con mucho estilo y mano firme el cuello de su abrigo y se acomoda un poco la bufanda. Está nublado a fondo y hace frío, no obstante ni llueve ni hay visos de que vaya a caer nieve. Céntrate -me dice-, no frivolices tanto; te vas con la finta fácilmente, como pasó ayer, que te pusiste a escribir de algo que ni es tu tema ni pudiste con ello, te faltó rigor analítico; peor, te faltó rigor lógico; para que deduzcas algo tienes que mostrar previamente que lo que propones puede ocurrir, y tú dices lo que te da la gana sin orden ni concierto. Dedícate a lo tuyo. Y deja la política del imperio para cuando la entiendas, o ponte a estudiar.

Confieso que me quedo un poco desconcertado por la doble reprimenda, pero quizás tiene razón. Estoy demasiado chiqueado. Quiero bienestar y no me conformo con la alegría que proviene de considerar las ventajas sino que busco los cascabeles externos que convocan al entusiasmo. Como si por dentro no hubiera un jardín suficiente para producir el sol que echo de menos en días así. Me enmendaré, dosificaré la alegría para tener siempre un remanente utilizable. Lo que sí me esperaba fue el regaño por lo que escribí ayer del arranque de la campaña presidencial en EEUU, creo que realmente fue poco serio, y peor, voluntarista; hice un supuesto planteamiento de hechos y luego deduje lo que quise sin que viniera a cuento. Lo siento, voy a tratar de ir afinando la mira porque la verdad es que sí me interesa, como nos interesa a todos, lo que ocurre en donde se toman las decisiones que afectan al mundo entero.

Me mira el día con benevolencia, así son los viejos que han cumplido con sus aspiraciones en la vida, aunque tengan fama de regañones: Bueno, ya -me dice-, no te quedes tan compungido que te va a dar más tos. Y se va a hacer su ronda por las calles. La gente no parece disgustada, por el contario, hay quienes van con ropa medianamente ligera, como de primavera frescona, quizás sean los que caminan mucho. Y los gorriones no lucen nada enteleridos sino que cantan y revolotean como si tal cosa buscando asquerosas migajitas en el asfalto. Por cierto, muchas gracias a todos los que acudieron a mi llamado al mundo brujeril y me mandaron remedios y sugerencias para el problemón; me estoy aplicando a probar soluciones; espero salir pronto de esto, ya les contaré.

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