NACIMIENTO DE VENUS
A las cinco y quince de la tarde,
mientras yo le daba vueltas y vueltas a la tierra,
nació la niña;
corriendo me llegó su peso pequeñito,
su pequeñito llanto.
El asombro de Adán mirando el parto
atravesó todo el continente;
ya se sabe en el mundo que Adán y Marta se aman
y que Simón remueve la ciudad
haciendo un hueco para su hermana.
De seguro sería martes,
martes para la niña,
para las niñas misteriosas, martes.
Los tíos no ponen nombres
pero debiera llamarse Ursula,
o Paraná o golondrina,
o frutita sabrosa o miel de abeja.
Sus ojos no me llegaron en persona
pero han de ser enigmáticos y firmes
y honda será su voz llena de viejo amor,
llena de nuevo amor, llena de amor enamorado.
Todos aquí cantamos a la niña,
todos adentro de mi corazón cantamos.
