ENORME PRECIPITACIÓN PLUVIAL
La primavera se despide con arpas infinitas, y los alegres, empapados, las van tocando.
Las gabachas descalzas vaporizan. Y el aire cae por fin vencido. A tales horas sería posible enamorarse.
Claro que todo acabaría con el verano, menos el veneno último que el amor va destilando a lo largo de sus días.
La gota horadante que los amores dejan traspasaría el otoño y la viola del alma.
¿Te jugarías el albur de ser poeta en tales circunstancias?
La música vendría terminando a mediados del invierno y aterida. Y año tras año acabarías haciendo concha ante la lluvia.
Viéndolo bien, la tarde es el meollo del asunto: de ella en tendederos inmensos cuelga el agua que me hace dudar de todas las ideas.