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Una noche en el faro de Punta Garrobo

UNA NOCHE EN EL FARO DE PUNTA GARROBO
a Leonel Maciel

Una noche en Punta Garrobo
fui héroe
sorprendido en el acto
de amar al mundo;
eterno, eterno fui,
como las estrellas quisquillosas
en el mar;
la verdad que fue fácil,
ni armadura siquiera llevé puesta
sino pintada.
¿Qué podrían objetarme
las luciérnagas, el faro, el mito?
Pájaros me besaban;
hojas, flores, frutas, tallos
se metían conmigo.
Allí mi antigua imagen,
pariente de la greca fina
y del caimán,
dijo:
suponte
que me tuvieras que querer,
hormiga;
que me amaras, tecolote;
que ya te hubiera pescado, pez,
alma del pez,
ya me tragaste entero, fui tu anzuelo,
y más, fui la carnada
con que te pescó la vida,
sabrosa y gorda carnada, y más,
el alma de la tierra,
paraíso de los peces que sonríen.
Que ustedes me soñaran, pájaros,
volar a ciencia cierta
con mis propias alas, ¡qué gigante!,
el pajarote de los sueños.
Túmbame, señora, dije, en tu regazo,
donde caen las volutas
de tu antiguo llanto.
Muchacha, calavera divina, dije,
empínate.
Con una candela yo te vi
pintarte la cara
y disfrazarte
de pétalo de flor, tramposa;
fuiste como el camaleón, exacta
para llevar el calendario íntimo,
querida.
Bajé a mí mismo, fui feliz.
Una noche en Punta Garrobo
fui perfecto,
puedo decir que fui perfecto,
amé y amé y amé,
enamorado.

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