Migrantes

No es lo mismo alzar un muro de cientos o miles de kilómetros en una frontera polvosa, árida y hasta cierto punto deshabitada, como es la de México con EEUU, que levantarlo contra el mar Mediterráneo. Qué monserga. Porque esa sería la solución perfecta, como en las posesiones españolas de África, pero cercar las islas Canarias o las Baleares que tienen tanta riqueza expuesta a las aguas del mar, o las costas de la península, sería la ruina de los desarrollos inmobiliarios. Y por allí es el coladero constante de los inmigrantes que llegan en precarias embarcaciones desde distintos puntos de África. A veces hasta los ayudan los turistas de las playas porque vienen moribundos, o ya muertos; la gente es la gente. Y sobre la desgracia viene el sarcasmo. Dice el PP que la regularización de extranjeros indocumentados que se hizo durante esta legislatura lo único que hizo fue aumentar el efecto llamada. Como si los que tienen que emigrar para buscar medios de supervivencia para sí y sus familias estuvieran esperando a ver en dónde los llaman. Van a donde pueden llegar y se paga mejor por el trabajo que en el lugar propio, y el punto más cercano de África es España.

Pero dice Rajoy que tomarán medidas. Que los harán firmar un contrato en el que se comprometan a hablar en español –con lo que de un plumazo rechaza a los africanos porque los colonizados de España, los que hablan el mismo idioma, están en América; los de aquí enfrente escogieron ser colonizados en francés, en inglés y en portugués, los que no hablan sólo árabe o sus bárbaras lenguas. Que escogerán a los técnicamente capacitados para los trabajos que se requieran y que deberán aprender y respetar las costumbres españolas. El número dos del PP, saltándose todo lo humano más la historia y la picaresca local dice que robar no es una costumbre española, y agrega: ni que le corten a uno la mano por eso. Menos mal que conserva el sentido del humor para aplicarlo en donde conviene. Dicen también que prohibirán el velo islámico en las escuelas no por motivos religiosos sino de discriminación a la mujer, pero rechazan hablar de los hábitos de las monjas, como si en ellos no hubiera velo y discriminación a gritos. ¿O las monjas sí tienen todos sus derechos?

Pero bueno, todo esto es morralla electoral. Lo terrible del caso es que quienes pretenden representar a tantos ciudadanos como para poder gobernar el país, hagan a un lado la historia con tanta prepotencia. Hace treinta años España exportaba mano de obra en grandes cantidades; los españoles estaban en las mismas condiciones que ahora están los rumanos, los albaneses, los kosovares, los búlgaros o los polacos, a quienes ya no les pueden negar la entrada porque pertenecen a la Unión Europea. Tenían que ir a trabajar a donde se pudiera para mandar dinero a sus casas. Pero como ahora el país es rico –en gran parte gracias a la solidaridad de otras naciones que hablan otros idiomas y tienen otras costumbres, porque el esquilmo que hicieron en las colonias, con ser tan descomunal no sirvió para labrar un futuro duradero- les parece que lo más fácil es poner en el extranjero agencias de contratación de camareros bien uniformados que de preferencia no tengan identidad propia y estén dispuestos a adquirir la que diga el contrato.

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