ANTIGÜEDAD DE LA LLUVIA
Sin decir compermiso la golondrina pasa a ras de tierra, velocísima, cuando sabe que va a llover.
Y extiende sus alas para cubrir con la minúscula sombra el requisito.
No va más. Se aleja haya o no haya árboles cercanos. Sabia y perturbadora como una alta dama occidental.
El que la ve siente que algo está de cambio, que la vida se va en mudanza por húmedos caminos.
Da miedo no ser más que un lento mamífero concupiscente. Y va a llover, caiga quien caiga.