Lunes nublado

Amaneció nublado como si fuera el penúltimo día de la creación y todavía faltara inventar el sol. Qué agobio. Ya todo hecho pero informe, a punto de servir aunque un poco crudo todavía. Un túnel gris de materia húmeda del que están proscritos el matiz y el detalle, hijos rebeldes de la luz empeñados siempre en la reconquista del reino. Es lunes, claro, día en que está permitido todo incordio entre las fuerzas superiores porque queda la semana entera para solventar las diferencias; hoy se pueden desplegar los peores panoramas y exagerar con detalles histéricos el dramatismo cósmico, al cabo hay tiempo para romper los cántaros y emborronar la hoja en que está escrito el mundo. Habrá martes y miércoles y toda le secuencia de luchas que impondrán su ley, modificando el código de relaciones tanto como sus fuerzas lo permitan, guste o no guste a los minuciosos adoradores de los días de cielo azul y transparencia de cristal brillante, como este inútil pendolero que imagina que el agua se hace en otra parte, que viene por cauces ajenos a las batallas de la luz y la sombra y queda lista de por sí para estar en su lugar sirviendo.

Porque sí, está muy bonito así contado, pero el problema está más gordo de lo que parece; en el ciclo de las estaciones está resultando éste el de mayor sequía de que se tiene memoria; los embalses y acequias están en mínimos y habrá que empezar a sacrificar el regadío, con lo que la producción agrícola que se avecina puede entrar en situaciones de desastre. Habrá que empezar a priorizar los cultivos básicos sobre los suntuarios y poner el ojo en lo que va a costar traer de otras partes del mundo lo que aquí deje de producirse, porque sacrificar el abasto será lo último, por supuesto; nadie se imagina políticamente posible que porque haya un año –o una secuencia de años- de sequía, se va a dejar de abastecer a la gente de lo que está acostumbrada. Eso puede ocurrir en otros continentes pero no aquí, empezarían a caer gobiernos y regímenes hasta que hubiera quien garantizara que saldrá suficiente agua del grifo y habrá manzanas y lechugas, azúcar y canela para lo que se necesite.

Otras son mis preocupaciones en realidad, pero corrí la cortina y me encontré con este gris que pesa como conciencia maltratada y se me impuso sobre toda consideración. Pero yo en realidad debiera estar con el tema del aniversario porque ya sólo queda un día para que se complete el primer racimo y me vea de nuevo ante el vacío del paracaidista que tiene que arrojarse al ventarrón. Quedan el poema de hoy y el de mañana y luego hay que tomar la decisión acerca de lo que sigue. Sobre todo, resolver las dudas que ayer planteaba, si es que tienen solución previa. Y hay que preparar la ropa para la fiesta y ver los últimos detalles. Las luces, la seda, los terciopelos, el cartón pintado. Anoche estuve terminando la tercera llamada para mandarla antes de que la oscuridad deje la sala en punto muerto. Quedó bien; ustedes la recibirán mañana por correo electrónico y darán su opinión, pero yo creo que quedó bien.

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