¿Es hoy o es mañana?

¿Se acuerdan de la bizantina discusión mundial que se armó sobre si se debía celebrar el inicio del tercer milenio en el 2000 o en el 2001? Todos tenían razón porque unos querían señalar cuando nace y otros cuando cumple un año la criatura, pero finalmente ganó el cambio de nueves a ceros; el borlote se hizo en el 2000, y todas las amenazas apocalípticas naufragaron: ¿No se iban a colapsar los sistemas de computación del mundo afectando a las bolsas y a todos los sistemas financieros? ¿No se iba a perder el control de los arsenales atómicos con lo que la tierra quedaba expuesta a un estalladero como de feria? ¿No quedarían automáticamente perdidos todos los datos que se han recabado sobre el conocimiento del universo porque todo lo telescópico está regido por la computación y volveríamos a tener sólo el conocimiento de los marineros, que no es poco? Ah, y los aviones, ¿se acuerdan del rumor de que se desconectarían los sistemas de vuelo a la hora en punto y ¡cataplum!, los que anduvieran pajareando se vendrían a buscar pasto? Nada, nada pasó de lo augurado por los carastrofistas, sólo hubo fiestas, música, cohetes y bengalas, y nos pusimos a seguir con nuestra idéntica cotidianidad.

Claro que no me cabe duda de que el aniversario es mañana. El día que escribí el primer mensaje destinado a este blog y Milagros logró el de ponerlo a la disposición de todos, fue el 20 de febrero de 2007, y hoy es 19. Pero lo que tenemos en discusión interna es si hoy termina el ciclo, digamos, o se acaba mañana; o, por el contrario, mañana ya empieza otro. Una cosa subjetiva, por supuesto. La cuenta ¿se cierra hoy o se cierra tumorrou? Y sí hay que definirlo porque antes, con un sentido un poco teatral que no sé por qué se ofreció para este festejo, tengo que mandar la tercera llamada, y tiene que quedar claro si la mando en el transcurso del día o la mando a la media noche. De todos modos el huso horario hará que a unos les llegue hoy y a otros mañana; sin contar con que, como no es teléfono, cada quien abre su correo electrónico a la hora que le da la gana. O lo abren allá cada cuándo.

Pero bueno, para efectos caloríficos podríamos decir que hoy termina el año cero y mañana comienza el año uno. No, así empezaron las dificultades del milenio. Aquí termina el año uno y comienza el año dos. No cumple dos años, cumple uno pero es el año dos. ¿De acuerdo? Y Milagros se ha pulido surciendo la desgarradura que tuvimos al terminar julio pasado y arreglando la casa ya unificada con toda clase de primores para recibir a los amigos –quedó bien chula, ya verán-, de modo que no vamos a dejar esto para mañana y empezar la cuenta nueva hasta el 21. Corremos el peligro de que el aroma de los perfumes se desvanezca y se nos hagan correosas las crocantes tostadas que preparamos. De modo que preparaos porque ya sea hoy en la noche o mañana temprano os encontraréis con las chirimías y los atambores del festejo. No estaría mal que el que quiera y pueda se tome una copa a nuestra salud; nosotros, desde aquí les digo, lo haremos a la de sus queridas mercedes.

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