El señor en la mañana

Aquí me quiero poner a ver al hombre de los festejos recientes, a ver qué cara tiene, porque ojeras he visto yo y músculos faciales extenuados y flácidos y miradas que a leguas se ve que no quieren hablar con nadie. Pero no, no es el caso, el hombre está más o menos como de costumbre; lleva un rato preguntándose –lo sé porque lo dice en voz alta- si se debe levantar con el pijama o con la piyama y no se decide. Como no tiene bata no tiene mayor conflicto. Temprano, cuando se despertó, pensé que se pondría a escribir, como siempre, pero prefirió leer los periódicos y luego dijo que tenía sueño y trató de dormirse otro rato. Yo sé que no le salió porque estaba oyendo el motor de sus cavilaciones a ver a qué horas se detenía y empezaba la música de fondo con que arrancan los ratos de dormir. Pero no. A la media hora se volvió a incorporar y se fue al salón a desayunar. Qué desaprensivo, pensé, ya van a dar las diez en España y por lo que se ve no sabe siquiera sobre qué va a escribir en su blog. No puedo negar que me corroe la curiosidad porque lo he sentido decir, no sé si públicamente pero por lo menos para sí mismo –en tales casos sí tengo el oído muy fino-, que no quiere seguir por donde iba, que o lo modifica o se retira del aire.

Haciendo hmm, hmm, se comió media chirimoya, una rebanada de papaya, otra de melón, media pera y un cuarto de manzana, dos fresas y unas cuantas uvas; luego su mujer le trajo un bollo abierto y calentado al que le puso mantequilla y mermelada de naranja amarga y lo materializó con buen estilo por el conducto adecuado haciendo hmm, hmm, y acompañándolo con sorbitos de una mezcla de tes y especias que ya tiene la señora muy estudiada para darle -y darse- gusto todas las mañanas. Yo pienso que de vez en cuando debieran tomar café o atole o chocolate, pero parece que su heterodoxia no los mueve hacia tamañas aventuras. Han debido sufrir mucho y por eso quieren lo seguro, así pasa con las personas que tienen o han tenido fuertes golpes en la vida. Lo oigo toser y francamente preferiría no estar; a ratos parece que estuviera ensayando para expulsar un pulmón, y si uno, que sólo es espectador, siente feo, ya me imagino lo que ellos sentirán. Le oí decir el otro día que si sigue así va a preparar los festejos del primer aniversario de su tos, pero no sé si sería broma.

Lo sentí repasar mentalmente algunos puntos de su agenda –me sé colar hasta intersticios inimaginables- y vi que hoy espera, con igual grado de incertidumbre que llegue o que no llegue de visita su hijo Pablo, al que llama El misteriosista; que el lunes próximo vuelven a empezar los tres días seguidos de quimioterapia, con lo que espera que el tumor se dé cuenta de lo mal que lo está haciendo y disminuya la presión sobre los bronquios para que mengüe esa tos, con todos los demonios, y que hay tiempo apenas para recoger el tiradero que haya quedado de la anterior y ponerse a preparar la siguiente que es la fiesta de cumpleaños que ya se viene volando, y como cumplen los dos el mismo día hay que imaginar y poner en práctica un montón de fantasías, porque como no sea eso muchas acciones reales no parece haber en su próximo futuro.

Entradas creadas 980

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Entradas relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.

Volver arriba