REFLEJOS
Yo, Matea a secas, no sé de mí gran cosa: que me miro en el espejo con mis ojos grandes y tengo temor. No conozco el alcance de mis deseos. No sé hasta dónde soy capaz de llegar para obtener algo que quiero. Por ejemplo, hoy, que vi a Roderth paseando cerca de donde yo estaba: había una vitrina que nos reflejaba a ambos y en un momento llegó a estar, en el vidrio, tan cerca de mí que creí que perdía la virginidad, el prestigio, el aprecio público, con tanta viveza que me lancé -de lo que ahora me avergüenzo- contra el vidrio, pensando que consumaba escandalosamente mis bodas. Tuve que fingir cualquier desmayo.