¡Ciento ocho!

Lo mejor que se puede presentar en estas circunstancias es la libreta de depósitos del sueño con la constancia de una buena administración. Y no está remiso el hombre: depositó lo suficiente como para permitirse tener hoy el crédito que requieren las circunstancias. Salvo dos interrupciones –incómodas, eso sí- para ir al baño con ciertos retortijones que bien pudieron provenir de unas almejas con que ayer celebró con su hijo Pablo el gusto de que haya venido de visita, se puede dicir que durmió bien. Estaban deliciosas, y sanas, pero quizás el marisco y la quimio no hicieron buenas migas; es tan tiquismiquis el medicamento que todo le ofende y le descompone el cuerpo, y ya que estamos –me dice, sin mirarme, el del cumpleaños- te voy a compartir la facilísima receta de las almejas: las lavas para quitarles la arena, las echas en una cacerola; todo en frío agregas bastante ajo y perejil picado, jugo de limón sin miramientos, un chorro de aceite de oliva y sal, y lo tapas, lo pones a fuego fuerte y en unos cuantos minutos está listo; el limón hace que todo el jugo suba y envuelva las almejas que necesitan muy poco tiempo para cocerse. La sopita en que nadan, rebañada con pan es bocado de obispos y cardenales glotones.

El caso es que hoy los de casa están de cumpleaños, cumplen ciento ocho. Les ha dado por hacer una sola cuenta desde que se juntaron, dicen que para no andar con que tú lo tuyo y yo lo mío sino de una vez irlo compartiendo todo. Los de él empezaron en el 44 del siglo pasado, cuando medio mundo estaba en guerra y en algún laboratorio estaban tronándose los dedos para construir la bomba atómica mientras se morían de las maneras más ridículas y crueles millones y millones de personas en Europa y en Japón y en las islas del Pacífico, y Estados Unidos se preparaba para erigirse en el mandamás del mundo. Lo que no le impidió a nuestro héroe elegir el camino de la poesía como ruta de vida. Otra cosa es lo que le haya salido. Pero el caso es que hoy, como es dos de marzo, vuelve a caer la aguja en la casilla, suena una campana y ¡a celebrar! Y da la coincidencia de que Milagros celebra en la misma casilla en donde tarde o temprano se encuentran los dos y se dan besitos.

Y hombre, cómo no va a querer celebrar si mal que bien ha ido alargando plazos; por lo pronto ya se puede decir que llegó a las próximas elecciones en España; le interesan las del presidente negro en EEUU y las siguientes de México, aunque no se ven tan cerca, y ya que se inauguró el aeropuerto dragón de China se le renovaron los deseos de ir a ese país que ya pronto querrá ser el mandamás del mundo. Sin contar con que tiene más que pendiente el viaje a Grecia, que deberá ser este año. Pero el mejor de todos, sin duda, la fuente de todos los deseos, es el viaje cotidiano que hace tomado de la mano de su chiquita que cumple los suyos en la misma fecha y le incrementa la vida en una proporción insospechada.

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