OLOR A HOMBRE
Su olor gasta mis energías. Después de un rato quedo verdaderamente agotada. Nada hacemos. El se recuesta y habla. Recorre praderas, montes y ciudades. Yo procuro no interrumpir sus viajes que me van dando diferentes aromas conforme pasa del sol a la sombra, de la contemplación a la enérgica práctica. Creo que dice que domina hombres y situaciones. De pronto, percibo ese otro olor. Para él es éste el momento en el que llega hasta mí. Yo, con el olfato, lo he devorado ya. Mi cuerpo no tiene más resistencia. El alaba mi languidez, cree que es producto de la seducción que sobre mí ejercen sus valientes palabras.