Trabajos del testigo

Vamos a ver: lo normal es que a este hombre le dé por hablar de sus cosas personales; personales de la persona, digo: que cómo durmió, que qué tantas veces la tos le hizo meter a los presidentes de las comunidades autónomas españolas en su sueño que iba tan aparentemente fluido, a que dieran su punto de vista acerca de lo que en ese momento se estaba legítimamente soñando en las parcelas del señor Aura y que vaya usted a saber qué demontres sería. Onírico y oneroso, ¿tendrán un origen común? Pues no eran onerosos estos sueños, de eso está seguro este testigo sesgado que tiene la obligación de acostarse en paralelo y buscar la frecuencia, el canal en el que sueña el individuo para ser narrado, y lo que es más fino en la descripción de sus deberes, ha de saber que la interpretación que haga no puede ser arbitraria sino apegada al sujeto, justificada en los márgenes de su psicología, creíble con su historia, y lo que es peor, verosímil aunque tenga contradicciones ásperas. Y le ha de ser simpática al patrón porque, para colmo, lo revisa todo y tiene sus propias opiniones. Y cuando cambie de postura y se despierte, ha de estar ya en la vigilia bañado y afeitado y con la boca limpia y dispuesta a elaborar las palabras con las que tiene la obligación de reconstruir las millonésimas de segundo de la vida interior y exterior del personaje a su cargo. Qué pesado.

Pero resulta que entre las cosas personales se le cuela lo que alrededor ocurre y con impositiva flema imponen la televisión, la prensa, las llamadas telefónicas de cuates, las pelusillas que con el polvo vuelan a la menor provocación del aire: las elecciones generales del próximo domingo. No lo dicen porque esa incorrección política les restaría votos pero está claro que la estrategia del PSOE es ganar por mayoría absoluta para tener un periodo en el que puedan llevar adelante sus iniciativas sin la brutal oposición que hizo el PP durante la anterior legislatura; no está fácil de por sí, pero Mariano Rajoy está ayudando; estos últimos días tiene la apariencia de alguien que se está construyendo una envoltura en la que guardar con dignidad su derrota. Repite sus errores con la altura moral de un incomprendido y hace que su mirada rebase el tiempo presente y se instale en una nostalgia que lo habrá de engrandecer cuando lo cuente.

Yo, qué quieren que les diga, no tengo más opinión que la de interpretar y concretar la de mi amo –ahora que he reconocido que no soy más que una entidad sin voluntad alguna, me siento liberado pero creo que traiciono unos principios universales que tienen otro destino asignado a los narradores; ah, qué lío-, si el señor dice que venga, vengo; si el señor dice que vaya, voy, y me asomo a las finanzas de la iglesia católica española y me entero de que llevan perdidos en los últimos meses, a causa de la especulación bursátil, unos dos millones de euros, y que casualmente les ha ido mal con acciones de los laboratorios que fabrican viagra o algunos que hacen ciertos anticonceptivos que no se venden en España, según contó anoche Iñaki Gabilondo; pero bueno, dinero es dinero y ya se sabía de origen divino: que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda. Al cabo la cita se puede interpretar de muchos modos.

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