LA PIEL DEL DIABLO
Qué fácil fue hacer que se fuera pronto. Cuando llegó le vi toda la intención de empezar con sus rosarios; en la cara traía sus “no puedo vivir sin ti”, “vivamos juntos”, “eres única para mí” y cuando llega así me aterroriza. Sé lo que sucede. De modo que apenas entró me arrojé a sus brazos y le dije besándolo con mucha excitación que lo quería, que no quiero vivir más sin él, y mientras le hacía estos homenajes de palabra, comencé a hacerle otros de obra que sé bien que lo enloquecen. Cuando reposábamos se levantó de pronto y me dijo muy meloso que tenía que irse, que el trabajo. Pero yo sé que últimamente tiene una amantita morena que no le gustaría dejar.