Se acabó la Semana Santa

Desde acá Alejandro, ya pasada la Semana Santa y reabierta la tierra para que su transcurrir se normalice, entra, sin que lo puedan evitar otras preocupaciones y gustos que se le atraviesan, en una angustia horrible por lo que está pasando en su tierra: el cataclismo del PRD. Que ya se venía viendo de lejos cómo la sombra maligna se acercaba, no es que haya caído de repente, pero una vez que azota y envuelve la carne política de la patria, no hay cómo esquivarla ni hacerse a un lado. Pocos recordarán –porque las cosas personales de las personas poco se recuerdan- pero mi menda –dice el recién despertado que ha aprendido ciertos giros españoles típicos-, empleado sin pertenecer a ningún partido, renunció al gobierno de AMLO en el D.F. porque le quitó el presupuesto y el programa a la cultura, que eran la razón por la que este galapaguito estaba allí, y quiso además involucrarlo en su estrategia de desprestigio con que de mala manera atacó a los colaboradores de Cuauhtémoc Cárdenas para que el Inge. no le hiciera sombra y poder llevar el partido a donde lo llevó. Cosas de la política, pues.

Yo estoy hasta acá, ocupado en el asunto de ver si me sobrevivo –dice mirando a todos a los ojos- y ni soy analista político ni proclive a tocar estos temas; a todos los que me leen les consta; más me seducía hoy comentar que disminuyó muchísimo la cantidad de muertos en las carreteras durante esta semana en relación con la del año pasado; a lo mejor de verdad ha logrado el gobierno tocar con sus campañas la fibra tosca del corazón de los españoles, que son cosita candela y no les gusta que les digan cómo se deben comportar. Pero por más que quiere distraerse, no puede. No puede, no, porque la cosa es terrible, es como ver el país invadido; como ver el cáncer, aunque me esté mal el decirlo, reproducido por todos los órganos y dispuesto a terminar con ese conjunto que rebasa los cien millones de personas agrupadas en una idea común de solidaridades distintas. En riesgo de estallar porque el equilibrio se rompe y no servirá ya nada para mantener con vida el apreciado cuerpo que se prepara a celebrar su bicentenario.

Ya se vio que la carta de Cuauhtémoc a los perredistas llamándolos a la cordura no ha logrado sacudirlos, ven el botín muy cerca y no se animan a dejar que las fauces del otro lo arrebaten. Si fueran no más sus pleitos yo los dejara despedazarse, pero hay mucho en lo que todos estamos involucrados: gobernantes de varios niveles, legisladores, presupuestos altísimos y manejados con infame secreto, complicidades y corrupciones sin cuento, influencias en todas las áreas de la vida pública. Cuando creímos deshacernos del PRI no pensamos que volverían disfrazados con la piel de la oveja del lado izquierdo del rebaño a recuperar los bienes que habían perdido pero como el movimiento contra ellos acabó con el sustento místico que les daba la poquita legitimidad que les quedaba de la Revolución y sus secuelas, ahora, que ya no tienen ninguna, han arrebatado la de la izquierda y en su nombre se preparan para el caos. Y ahora sí siento que mi narración tiene desgarraduras por las que salen gritos de dolor por el peligro que de veras ve. Ni modo, riesgos y humildades del relato.

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