6
Lo que sí es que elude la paz con persistencia;
no le interesa la paz mundial
ni la paz conyugal
ni la paz de los poetas.
El que camina a mi lado me daría un golpe
si le tomara la mano
y aquella muchacha dejaría sin remordimientos
que mis palabras se vinieran en seco.
Ah, criminal,
que inventé una ciudad para destruirme.
Sobrada de llanto la que iba a ser lugar para consuelo,
llena de horror la que iba a ser preciosa.
Mutiladas las partes de la dicha
los citadinos buscamos en el cine,
en las revistas, en los diarios,
en las calles populosas
unos ojos ajenos
en los cuales un ancla nos detenga,
un bebé nos llame,
una tierra nueva nos deje reinventar,
recomenzar.
Pero la ciudad urde tapices,
es hábil y tiene siglos de hacerlo,
y borda en ellos puras escenas escabrosas.