A medio tratamiento

Ayer era la gula parlotera haciéndose la cuidadosa sin dejar de darse sus gustitos y hoy sólo es expedito, como su nombre indica, el viento. ¡Venga el licuado de papaya con nopal! ¡Hay que desalojar las carreteras! ¡Los tragos de agua caliente! ¡La brigada de las ciruelas pasas! Los cereales fibrosos, ¡a trabajar por este lado! Porque este medicamento lo primero que sabe hacer es cerrar los conductos y estorbar el tráfico normal de los residuos. Ya una vez tuvimos crisis de materiales retenidos y os aseguro que es la peor cosa que el cuerpo ha sentido en cuanto lleva de ejercer sus funciones mecánicas con arreglo a un orden incomprensible pero eficaz. Y eso que ayer apenas le pusieron uno de los complementos, como hoy, que le pondrán el otro y hasta mañana el fármaco sustancial, el master medicamento, el carboplatino. Cosa rara, pero parece que falló el abasto de farmacia; sería la primera vez en cerca de tres años de atención completa por cuenta de la seguridad social española, que ha sido –y se pone de pie para decirlo- infalible.

¿Se fijaron cómo usé un plural para referirme a mi narrado?, líneas arriba, donde dije “ya una vez tuvimos”; y eso no es otra cosa más que compromiso afectivo; se ve que aunque llevo poco tiempo trabajando con el personaje, me ha ido calando en el cogollito de los sentimientos, se ha sabido meter en busca de la parte caliente de mi almacén expresivo. Así hay, he visto; hay personajes con los que el autor se encariña y los protege y los comprende, aunque no pueda torcer sus destinos, porque uno qué más quisiera a veces que poder evitarles los sufrimientos. Vaya, ¡pues qué demonios!, uno también es humano aunque sea un invento y cómo no se va a conmover y a encariñar con alguien tan bien dispuesto a ser usado para lo que sea, sin hacerle ascos; lo mismo para un barrido que para un fregado –como dice el dicho-, porque aquí la palabra fregado, fregar, sirve para cosa muy distinta que en América la nuestra, la rica de palabras y usos.

Así que ahora, mientras él se baña y acicala un poquito –se afeita, aunque junto con el pelo de la cabeza ha perdido la mayor parte del que le salía en la cara <tres pelos tiene mi barba, mi barba tiene tres pelos>-, porque no resiste la idea de llegar con aspecto desgraciado a la sala común de los enchufados en la quimioterapia, yo termino de cantar este corrido contándoles en breves rasgos que pasó una noche de las peores que últimamente nos han tocado. Será la luna, será el sereno, pero la cosa es que cuando apagó la luz habiéndose ya tomado la pastillita para dormir, estaba seguro de que caería en el acogedor resguardo en donde toda proporción humana se suspende y lo divino toma la forma de la oscuridad para iluminarse a su criterio, y se quedó toda la noche en la pura cáscara dura y seca de lo encimita sin poder caer a la alcancía. Se despertó medio de malas, con cara de fu; pero como no le queda más remedio, al ratito –estoy seguro- la modificará para que en el hospital lo reciban de buenas maneras, como siempre. Y si no, luego les cuento.

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