Amanecer creativo

Vaya; hoy el maestro amaneció emprendedor y entusiasta; qué bueno, porque vieran lo dolorosa que me resulta su marchitez. Ya está con el monólogo de una obra social y divertida que, según él, se puede hacer muy fácilmente e involucrar a gente de los más de veinte países que hablamos y leemos en español. Si pensamos una mecánica sencilla y lo más clara y limpia que se pueda –está ya tratando de dar los primero pasos concretos-, en poco tiempo podemos tener una Biblioteca Hablada suficiente para convocar a que bajen los textos y nos ayuden a usarla y divulgarla. Según como me la imagino, tiene que ser una biblioteca que comprenda autores clásicos de todos los tiempos, aunque con los contemporáneos habrá que buscar el modo para que no nos metamos en líos de derechos de autor.

Hay en la web varios programas para grabar desde la propia computadora; yo uso uno que se llama Audacity y que es de manejo muy simple y gratis; todo es cosa de buscar un lugar silencioso y ponerse a grabar con el mayor profesionalismo que se pueda. Si la obra que uno escoge para subirla a la biblioteca es muy grande, puede ir haciéndolo por entregas, poquito a poco, como se les leen los libros a los demás, unas páginas cada día y de pronto se da uno cuenta de que ya llegó al final, ya está completo el archivo y que cada quien lo baje como quiera –ya estableceremos las maneras de usarlo-. Todo el que participe tendrá la oportunidad de oro de ser generoso y dar algo para los demás. Me muero de ganas de oír bien leídas las obras de los griegos y de los romanos, ¡y las novelas de caballerías, guau!, y de ahí en adelante todo lo demás, porque todo cabe. ¿Se imaginan lo sabrosos que serán algunos tratados de los alquimistas?

Hay ciertas cosas que deberían ser principios irrenunciables, como por ejemplo que no se llene de textos de principiantes que andan buscando urgentemente quién los lea para ver si sus escritos valen la pena; eso sería lo peor que nos pudiera pasar y para lo que tenemos que crear un filtro muy riguroso o, mejor: ¡ya se me ocurrió cómo!: podemos hacer un apartado en donde estos textos quepan -no hay que ser gachos- y que los propios lectores les vayan dando una calificación que permita legitimarlos o eliminarlos; no me parece que esté tan difícil esta medida. Hay que buscarle la cuadratura para que no nos sature las mesas y los libreros de la biblioteca. Qué tal que vamos encontrando nuevos talentos que se inician en nuestra compañía. O hasta lectores con vocación de maestro que los van orientando y les dicen por aquí vas bien, o por aquí te vas al puro muladar.

Un requisito indispensable para la lectura es que quien la hace tenga buena dicción, entienda lo que está diciendo y sea capaz de compartir el disfrute que siente en el acto de leer y entender lo que lee. Hay niños que leen padrísimo y viejitos que lo hacen fatal: la edad no importa, lo que importa es la calidad de la lectura.

Bueno, falta mucho que pensar y que administrar, pero lo primero que hay que tener son ganas.

Se levanta, pela una mandarina, se asoma a ver que el cielo está azul y el sol brilla, se frota las manos y piensa que hasta la tos se le va a quitar para ponerse a grabar cuanto antes; lleva apenas los primeros capítulos del Quijote.

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