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EL DUEÑO DE LA CIUDAD

3

No hay flor que pueda perdurar
si el sol seca la tierra en que crecía;
los mismos pájaros se van,
las abejas que rondaban
–procura recordarlas–
se apresuran a buscar otras fuentes de miel
en donde sumergirse,
los menores insectos
emigran a buscar otro gobierno
y nada sino el desierto señorea;
así también si el sol se ausenta
no hay flor que pueda perdurar.
¿Por qué dejaste al sol hacer su voluntad?
¿Adónde fuiste?

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