-A ver, Narrador, que anoche te quedaste tan compungido esperando en vano que hiciera yo mi chiste de humor negro, quita esos pucheros y dime si no es notable la noticia de este muchacho de Carolina del Sur. Me abismó. Te lo digo de plano–, me dice mientras esboza una sonrisa de incredulidad que se suma a un catálogo de sonrisas que ha sacado esta vez para expresar cosas muy diferentes mientras va revisando su propia cabeza y lo que tenga dentro de ella. A saber qué sea-. Lo del chiste negro no creas que no se me ocurrió pero pensé que se le salía al texto como una hilacha suelta y por eso no lo puse pero lo que te quería decir era que no te desesperes si a ratos no te dejo hablar, ya pronto lo tendrás que hacer solito. –Y de allí se brinca a una sonrisa sarcástica-: ¿Dónde estará la nota que vi ayer en que el Cardenal Sandoval dice que no hay ricos que sean honrados; lástima que no la copié y ya se me olvidó en qué periódico estaba; hoy no la encuentro pero no tenía desperdicio, ¿a quién le estaría mandando ese amenazante recado político? Porque ni modo que esté pasándole doctrina a su grey. Y acá en España, ¿qué tal? No digo que están peor que el PRD pero el jaloneo que se traen dentro del PP está de ligas mayores; no va a estar fácil para Rajoy conservar la autoridad hasta el Congreso y salir investido como candidato otra vez para las elecciones de 2012, le van a meter todas las zancadillas que encuentren más las que puedan inventar de aquí a entonces.
Pero la que de veras me sorprendió –ven, siéntate- es esta noticia del muchacho de Carolina del Sur: quiere hacer una matanza previa en su escuela mediante una explosión para morir en ella y poder ir al más allá a matar a Jesús. No un suicidio sino una muerte en combate. Un delirio completo. Una película que difícilmente encontrará teólogos que quieran asesorarla para hacer una superproducción en la que el objetivo sea salvar del terrorismo abstracto al Hijo de Dios, porque no creo que haya lugar para que intervengan las diferencias que pueda haber entre las religiones monoteístas, debe ser el terrorismo por el terrorismo en sí, el que ha ocupado los estratos profundos –y aquí lo vemos- de la imaginación de los estadounidenses; historia en la que se tendrían que ver involucradas todas las fuerzas y potencias con que cuenta el Creador para defender su estirpe de primer nivel. Ángeles, arcángeles, tronos y dominaciones, y hasta los mismos ejércitos infernales, las legiones satánicas tendrían que participar porque se trata de toda la estructura del bien y el mal amenazada con su destrucción. El mal ha llegado a profundizar de tal manera en el mundo que este chico piensa que si acaba con el Salvador habrá que empezar de nuevo y el mismísimo Dios tendrá que admitir su fracaso, cuando ni sus más entrenados servicios de seguridad ni sus guardias mejor preparadas puedan evitar el cumplimiento de un destino que ha marcado ya con rojo un alma visionaria que asume la responsabilidad nada menos que de sacrificar su propia vida para corregir el desorden ontológico que nos ha llevado a los límites que hacen necesaria una acción de tal envergadura. Colosal, Narrador mío, ¡cósmico!