Se alborotaron los gallos

No me parece mal la teoría de Ana Barreira de que lo que tiene tan encorajinados a los dirigente más radicales del PP es la designación que el líder, Mariano Rajoy, hizo de una mujer joven como portavoz del partido, siendo un puesto tan importante para el que seguro podría escoger entre los mejores gallos del corral. Vamos, que se trata, sobre todo, de una reacción machista. Claro que se puede ir un poquito más lejos; la cúpula del partido de derecha está dominada casi por miembros masculinos con mucho currículum, con mucha brega en el Congreso y en anteriores legislaturas y esta joven señora carece de esos brillantes lustres; por otro lado las reacciones más virulentas han venido de las dos damas encumbradas en la cúpula de la formación: Esperanza Aguirre, Presidenta de la Comunidad de Madrid (única presidenta de Comunidad en España) y María San Gil, dirigente del partido en el País Vasco, quienes mostraron tener unos espolones muy desarrollados.

El caso es que Rajoy no se la acaba, está tomando una sopa de su propio chocolate; la misma táctica de irritar y crispar a los españoles que él usó en la pasada legislatura están usando contra él ahora los destacados de su partido; acuérdate que el que siembra vientos cosecha tempestades. Lo convencieron, o se convenció a sí mismo, de que había que ser intolerante, agresivo, sordo a toda idea de diálogo con el partido de gobierno, y así lo padecieron la mayoría de los españoles durante los cuatro pasados años, y ahora que, perdidas las elecciones por segunda vez, le puede parecer oportuno reflexionar y cambiar el tono de su discurso, en lugar de convencer a los barones de la cúpula se rodea de sangre nueva haciendo a un lado a los que lo apoyaron y seguramente lo impulsaron a adoptar las actitudes anteriores y pone a una mujer joven y (hasta ahora) con buenas maneras, como portavoz del partido.

Con todo y que parece más sincero, más a gusto personalmente en esta posición que ha adoptado, no la tiene nada fácil; cedió demasiado, incluso sorprendió porque se esperaba de él una oposición más dialogante, menor confrontación cotidiana y mayor solidaridad, sobre todo con el caso de los terroristas de ETA, a quienes usó como arma arrojadiza durante los cuatro años.

El mes próximo será el congreso de su partido y no parece haber todavía ningún contrincante que se le oponga con cartas buenas para ganar, por lo que seguramente seguirá dirigiendo el partido hasta el siguiente congreso en el que se habrá de decidir el contendiente para las próximas elecciones. Así que le quedan casi tres años para demostrar que su mudanza fue buena pues las encuestas harán subir o bajar al partido en la preferencia de los electores. Siempre supimos que los pleitos en los partidos de izquierda estaban a la orden del día porque sus miembros defienden ideas, matices, ideales; en cambio, los de derechas siempre se ha dicho que permanecen unidos porque defienden intereses. Ya lo veremos cuando llegue el momento; por lo pronto las sesiones del Congreso de los Diputados son una sedita: la oposición está ocupadísima jalándose los pelos y deja hacer al gobierno. A ver hasta dónde llega esta situación, que tampoco le gusta nada a la opinión pública que les paga para que critiquen y aporten ideas, para que sean oposición, pues.

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