El fut

Ni modo. Me arrastró la marea. Me llevó en la cresta sin que pudiera yo evitarlo. Y a la hora de la hora, ni quería evitarlo. En cada patada y en cada desplazamiento quería, como todos, ver que cuajara una jugada de gol y aquel infernal y angustioso cero a cero se moviera, que dejaran de pasar los larguísimos minutos de rojos y blancos sudados corriendo para un lado y para otro poniéndose obstáculos, empujándose, pateándose, jalándose las camisetas; ¡y cómo saltaban para pegarle a la pelota! Con la cabeza, con los dos pies en el aire, arriba de sí mismos, como si fueran todos de alambre y de resorte. Y allí estuve sin poder apartarme hasta que culminó todo con esas jugadas tan tensas de los tiros directos a las porterías, eso que era ya como una última oportunidad de expiación por los errores cometidos durante dos tiempos reglamentarios y dos tiempos extra en los que no lograron penetrar los muros de las fortalezas contrarias y llevaban y traían al sol saltando por todo el campo sin encontrar un horizonte en donde ocultarse a sudar su esfuerzo, un sol que fue perdiendo grandeza ante el poder de los chicos que lo llevaban y traían como gigantes que acabaran de inaugurar el cosmos y estuvieran buscando en dónde va cada cosa para acomodarla en su lugar de acuerdo con una idea que resultaba a todas luces contraria a la de los de enfrente.

Y también me alegré cuando por fin ganaron los de un bando, los del nuestro. No lo diría yo así pero hace muchos años que vivo en España y todo alrededor gritaba que esos éramos nosotros y el nosotros me involucraba también a mí, como el verano que se soltó ya con todas sus fuerzas. Las ventanas permanecen abiertas para que entre el aire y se refresque un poco la casa y con ese frescor entraba la fuerza de los demás que en las otras casas con las puertas abiertas vivían lo mismo que nosotros, la misma experiencia compartida que no se podía ignorar impunemente. Así que la Eurocopa me levantó en vilo anoche y me puso sus emociones al lado para que compartiera las que fui pudiendo. Y yo que había estado con la imagen del congreso del partido de la derecha jaloneándose el poder, una fiesta bastante divertida y en la que el anfitrión mostró que controlaba bien la casa pero que su entretenimiento era sumamente aburrido. Pero bueno, no es el momento para esa reseña.

Todo esto me sacó de la postración extrema y por eso mandamos la promoción que les debe haber llegado hace un rato. Luego si abren la página y se la encuentran desgraciadita y quejumbrosa ya me comprenderán y tendrán misericordia pensando que al fin soy como cualquiera, que me dejo arrastrar por el futbol sentado en torno a la televisión con el vocinglero grupo de mi hijos, y todos juntos nos integramos al nosotros que ayer pasó a cuartos de final.

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