Ábrete sésamo, canto 1º (sigue)

Nadie se sabe la palabra. Nadie la tiene. Es una palabra maldita,
Y la pobre no tiene quién la proteja; la han usado
Para cosas horribles y a ella le duele mucho ser lo que es.

Es lo que no se ha visto cuando se la ve a solas, porque a ella
Le gustaría ser parte de un carnaval, ser parte
De un poema de Sabines, y que todos supieran
Que allí trabaja de palabra terrible vestida de ásperas
Telas pero sin dejar de ser lo que es. Una lágrima tiene,
Por eso. Una discordia arrítmica en su corazón.

Y tiene algo de máscara fea y mucho que da miedo,
Ella misma se mira y se da miedo porque tiene profundas
Contracturas en el rostro, líneas que son jeroglíficos
Con los que no había contado ni sabe interpretar. Qué fea.
Qué fea está. Mírenla qué fea. Todos la tienen castigada.

Pero le gusta esconderse entre las calabacitas y los brócolis,
Nadar en las montañas de jitomates rojos como mejillas
Saludables, emperifollarse y acilantrarse y que una
Bondadosa cebolla la cuide, por el amor nunca renovado
De su madre.
Hay una cebolla cuyas lágrimas blancas tienen el encargo
De envolverla y ponerle una carne particular. Suya, muy suya.

La palabra está sola en el universo
Enfrentada a los peores momentos del silencio. Cuando
Ya no hay nada surge ella sola ante su Dios
Y le pregunta cómo la hizo tan desnuda y fea
Que a todos les da disgusto encontrársela. A ver,
Le dice, ¿por qué me hicistes así, qué no te fijastes en lo que
Estabas haciendo? ¿y ahora cómo lo compones?

Y su Dios lleno de lamparones en su batón de estrellas
se va bailando con unos pasitos como de tap
Y sin dignarse mirarla, con un desprecio tan inhumano
Que ni parece divino.

Este es el cáncer de step & the dancer
y en las batallas de películas de guerra llegan los panzer
con los alemanes. Repite cáncer, repite cáncer,
y nos la vamos a aprender. Hasta
Que unos niños la canten y la bailen. Cáncer,
Saca tu cuaderno y escríbela cien veces para que
Se le borre toda mueca y quede con su carita lisa.
Como carita de amanecer, de conocer, de ser.

Entonces decidimos regresarnos a España. Y aquí tampoco
Encontramos piedad ni misericordia para ella
Pero en cambio sí un tratamiento cañón de quimioterapias
Que me mandaron zumbando a una normalidad aparente
Que duró dos años, o algo así.

Hasta que vino el cataplúm.
Qué haremos para que no le cuelguen otro sambenito, tú,
Que no sea que también por mí sea mal pronunciada, a causa mía,
Aunque tenga que acabar con su misión venenosa empozoñando,
Y esté yo cada día peor, que ya no sé siquiera
Si voy a poder acabar este canto o me voy a quedar a la mitad,
En donde se me acaben las vueltas, como disco en tornamesa.

¿Pero qué pasa cuando abres una semilla? ¿Ves la vida?

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