Oigan, aguántenme tantito, estoy sin ganas de hacer nada, aunque llevo mucho rato sentado ante las teclas, no consigo agarrar la punta del hilo, ténganme paciencia. A lo mejor si me duermo otro ratito.
¿Se imaginan que así pudiera decirse en todos los trabajos? Perdone, jefe, voy a dormirme un rato y luego lo atiendo.