Caramelo

Si no fuera porque el epígrafe iba a resultar de más extensión que el propio poema y eso no me parece que esté bien visto, le pondría aquellos versos del cancionero anónimo del Siglo XIV, aunque estén tal como se los copié al tío Google, con todo y su ortografía porque no tengo aquí la antología de don Marcelino, en donde los leí por vez primera y Tomás Segovia no me contesta el teléfono, a lo mejor está ocupado con la Musa.

Qui triste tiene su coraçón
venga oír esta razón.
Odrá razón acabada,
feita d’amor e bien rimada.

De modo que se va sin más introducción, pero no importa: este poema es más que claro, como un campo al medio día, como la vista del mar abierto desde lo alto de un acantilado, como la visión plena de la bóveda del cielo nocturno con todos sus atributos. Es una pura celebración litúrgica hecha desde el lado de acá.

CARAMELO

¿Ésa?
¡Ésta es vida!

Te recibe
con los brazos
abiertos

la poesía.

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