Va Júbilo

Ayer llegaron a casa mi hija María y su novio Rodrigo; la apertura del verano es propicia para venir a Madrid y la visita al padre es un buen don que se da y que se recibe con igual intensidad; el padre se alegra un montón y a la hija le salen lucecitas por todos lados; trajeron mangos y tortillas, trajeron huitlacoche y elotitos tiernos; trajeron alegría, vitalidad y chilitos verdes. También llegó mi amigo Fernando del Castillo; lo trajo el mismo verano, el calor que acá se siente. El eco que hace su voz cada vez que llega sale por la ventanita del baño e inunda Madrid; los amigos vienen corriendo a oírlo. Luego se va su canto por toda España y a veces tenemos que salir corriendo para recuperarlo. La casa está llena. Fernando trajo un cargamento de mezcal de Saldaña que ya era indispensable y unas deliciosas enchiladas potosinas que nos cenamos anoche. Todo está bien. El verano empieza.

Y comienza hoy la pospuesta aparición de Júbilo, que es un libro publicado por el Fondo de Cultura Económica, en 1996. Yo entonces estaba sano y fuerte y el mundo acababa de ponerse al alcance de mi mano. Necesitaba una palabra que me definiera y apareció en uno de los poemas: júbilo. Había pasado toda necesidad de afirmación, que había sido larga, y sólo quería poder nombrar las cosas que me rodeaban. Pisaba con claridad y me vestía con garbo. Aunque nací y había vivido toda mi vida en el altiplano, apareció el mar como leitmotiv, aunque después he pensado que no se refieren tanto al mar estos poemas como al elemento puro, el agua, de quien últimamente ando muy enamorado. Hay por ahí un poemita escrito en la orilla del Báltico que hice en un viaje a Rusia con mi amigo Enrique Strauss, que anoche recordábamos: también vino a visitarme estos días.

Algunas veces me detendré a comentar el poema, su circunstancia anecdótica o alguna mentira que se me ocurra; quizás pueda hablar en alguna ocasión de la materia laboral, de la poesía; pero lo que de veras me interesa, lo que para mí vale la pena, es compartir mis poemas con ustedes que abren la página y me miran a los ojos y se dan cuenta de que yo también miro directamente a los ojos de quienes me miran. Verán que la vamos a pasar bien.

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