La película de anoche

Pues no –se despertó pensando-, porque para eso se hacen los lenguajes y los códigos, para sustentar el peso de lo que se quiere comunicar que luego se matiza con los detalles, con lo particular, y aquí, en esta película de Brian de Palma que vi anoche, el lenguaje cinematográfico disimula, por decirlo de algún modo, la verdad, le quita el peso universal que debiera tener y la deja en un caso anecdótico, desagradable, sí, reprobable, pero humano, y peor, de muchachos, que para que la sociedad se quede tranquila, cargan con el peso de su culpa sin miramientos. La película se llama Redacted y cuenta la violación y muerte de una chica de 15 años en Bassora, Irak, llevada a cabo por un par de soldados gringos junto con el asesinato de la madre, la hermana menor y el abuelo inválido de la víctima. Un pequeño botón de escabechina en medio de la masacre brutal de la ocupación del país por las tropas más poderosas del mundo.

Cada soldadito lleva ahora a la guerra su propia cámara de video y hace su crónica personal de los hechos y con ese subterfugio de Palma quiere hacernos entrar en un mundo no manipulado por los medios o por el poder sino directo, real, palpitante, pero lo que hace es llevarnos por un ficticio cine de aficionados en el que las cosas pudieron ser de otra manera pero esto es lo que los muchachos grabaron como cine verdad, difícil de sostenerlo ante un pesado y defensivo aparto judicial que va a anteponer la necesidad y la honorabilidad de la guerra, siempre dispuesto a mirar de lado sus pequeños inconvenientes humanos. Claro que en la guerra pasan cosas desagradables y hay gente muerta, pues para eso son las guerras, y desde cuándo, que alguien lo conteste con autoridad, desde cuándo se abolió el antiguo privilegio bélico de tomar a las mujeres de los vencidos. Para colmo, pone el testimonio de una histérica feminista que acusa al violador de fascista poniéndolo mucho peor de lo que aparenta ser y le quita importancia a su personalidad y a su delito.

El material natural con el que los chicos armados se entretienen durante las interminables horas de un cerco tenso y árido, de constante amenaza y muertes selectivas a manos del “salvaje enemigo” árabe, son revistas pornográficas, alcohol, barajas y conexión directa a internet, de modo que no se la pasan rezando, por más que hay uno que lee libros de literatura pero sin riesgo de mensaje muy válido porque es señalado todo el tiempo como raro y, para colmo, es el que al final tiene cargos de conciencia.

En fin, ve muchas películas nuestro hombre porque está muchas horas quieto en casa procesando sus inclemencias de salud, aunque ayer se lanzaron a un paseo bastante largo en busca del sillón reclinable y otras minucias para hacer más llevadera la quietud; el lunes próximo le toca de nuevo quimioterapia y eso representa por lo menos una semana de no hacer nada ni prácticamente salir a la calle, más que al hospital. Y quiero agregar –agrega como acusándome aunque no encuentra la evidencia- que no me gusta que ahora todo mundo les llame nomás pelis a las películas, me parece cursi, tan cursi como decir porfis en lugar del contundente por favor. Aunque me disculpo de antemano por este final de página de viejito cascarrabias, dice dando por cerrada la discusión de una película que le pareció aburrida e ineficaz.

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