No sé si algo se haya modificado mientras dormíamos en este lado del mundo pero el caso es que anoche dejé a Héctor, el de tremolante casco, hablando con Andrómaca, desesperada porque aunque el marido es bueno y quiere al hijo, tanto que lo toma en sus brazos, aunque el niño se resiste asustado por el penacho de crines de caballo y trata de esconderse en el seno de la nodriza, y lo besa tiernamente y le dice palabras dulces y rudas al mismo tiempo, pues invoca a los dioses para que hagan que un día sea tan valiente o más que su padre y obtenga el prestigio de la guerra, no deja de ser el más sobresaliente de los guerreros y de reconocer que no le queda más que ir y enfrentarse con el que más desmanes está haciendo, el loco de Diomedes, que está incontenible. O con aquel a quien Ares decida apoyar en ese momento.
A la que dejé inconsolable es a Andrómaca, porque ya está viendo que si no ganan los troyanos -y cómo van a ganar si los aqueos es evidente que están apoyados por los dioses más que los argivos- ella irá arrastrada, como despojo de guerra; ella, la viuda del enorme Héctor, del preclaro hijo de Príamo, irá a servir para acarrear el agua o para calentarle la cama y cardarle la lana a aquel que se la lleve a rastras junto con lo demás del botín que le toque. Porque es evidente que están en desventaja, y ella lo ve clarito: Paris, a quien Afrodita sacó del peligro, o más bien, de la muerte inevitable, cuando ya Menelao lo tenía apergollado por el casco y la diosa hizo que se rompieran las correas y se lo llevó en medio de una nube, apenas va saliendo de su casa para regresar al combate, ya descansado, muy bien arregladito con ropas y arreos brillantes, y eso que es el causante de todo, por su culpa están los aqueos cercando Troya y haciendo los estragos que están haciendo. Así no se puede.
Bueno, les decía que no sé si las cosas sigan estando como las dejé anoche pero es muy importante que me apure con este trabajo y vaya a dar mi punto de vista, no sea que luego me lamente por no haber dado un consejo en el momento oportuno.