Cuando empezamos a publicar este blog en febrero no nos imaginábamos cómo se le haría saber al buen prójimo de su existencia y cuáles serían los mecanismos para que se acercara. Pusimos un servicio de cuenta de visitantes (eso y muchas otras ayudas hay en internet) para darnos una idea del crecimiento (o no) de la grey. Mandamos la información a todos los enlistados en mi directorio de correo electrónico y nos anotamos en las páginas de divulgación de blogs, también en la red. Huy, qué despacito iba al principio, caían unos cuántos lectores desbalagados. Los primeros días goteaba muy tímidamente, hasta que poco a poco fue aumentando el chorro. Yo estaba necio (persistía) en escribir todos los días, en contra de la opinión de quienes pensaban, Milagros entre ellos, que el ritmo de aportaciones a la bitácora lo tenían que dar los hechos. Una amiga pensaba que eran muy largas mis intervenciones (aludía, de manera un poco informe, a los lenguajes del blog), su hijo, en cambio, estaba encantado con ellas.
En una de esas se me ocurrió lo de usar entradas de poemas conocidos por todos, de autores muy famosos, que, con ligeras alteraciones, hicieran las veces de comerciales de la página. Ha dado un magnífico resultado, aunque no todo el mundo se da por enterado del origen del poema; con frecuencia me temo que cometo plagio involuntario porque me son atribuidos a mí esos versos; en una de plano mejor lo firmé al alimón con Homero. Qué risa me dio. Pero ya que estoy hablando de esto, sepan que todos los versos que he mandado como promoción me son ajenos, aunque me sean cercanos. Y que lo voy a seguir haciendo, de modo que ahora que lo saben pueden buscar la referencia del autor, si acaso no la saben, en Google. Y la otra fue que a partir de un momento dejé de lado los escrúpulos y comencé a fusilarme los directorios de los correos masivos que me llegan. Sigo haciendo eso: he juntado varios cientos de nuevos destinatarios, y pienso seguir por el mal camino y pedirles a los prójimos ya inoculados que me presten sus directorios para ejercer mi saqueo inicuo. Unos cuantos me han pedido que los borre y los he borrado ipso facto, tampoco crean que me gusta ser encimoso.
Pero en fin, el objeto de estas evocaciones es participar(os)les que mañana o pasado a más tardar llegaremos al cómputo de los primeros diez mil visitantes, y esos sí, perdónenme, son un chingo (muchos, en mexicano fuerte) y para nosotros es motivo de fiesta. No es que sean diez mil formaditos uno tras otro agarrándole la cola al de adelante; son los mismos cientos que vuelven y al volver cuentan como si fueran otro, pero como motivo de fiesta es bastante: diez mil veces, y eso sí es cierto, personas interesadas en leer lo que aquí se escribe, han abierto la puerta y se han metido. De lo que han encontrado no doy yo razón porque me lo impiden el decoro y la modestia, aunque sí puedo hacer que mi agradecimiento tome la palabra y diga: ¡vamos, diez mil, no os quedéis dormidos, bebamos! Pues el caso es que quería pedirles, si no les parece muy antipático el favor, que estén pendientes y tengan a la mano una copa para brindar con nosotros.