PERDER EL TIEMPO
El día se agranda y se encoge a voluntad
y uno es materia elástica capeada de sorpresa,
nada valen el deseo ni el miedo
en esta actividad de fuerzas exteriores.
Nada puedes hacer si quieres que las horas
dejen más beneficios a tu asombro,
adoben con mejor sustancia lo que gozas
o más pronto maten los bichos que te acosan.
Nada. El día tiene su modo y tú te aguantas
o te vas a la punta de la pródiga montaña
en donde puedes comenzar,
desnudo si te apetece,
a soltar a los vientos el tiempo que te queda
en un gesto elegante y marrullero de poeta
que el día verá pasar, indiferente.