LA BRUJA
Llevo un largo rato mirándome las uñas: no están mal. Pero tampoco están tan bien como yo quisiera. Me gustaría que fueran perfectas, sobre todo un poco más angostas y que no tuviera que limarlas para hacerlas agudas. Anoche Dohlan me pidió que le concediera un deseo Me dijo viéndome al ojo derecho con mirada pícara pero esquiva que si no me importaría rascarle los testículos. A mí me dio risa pero lo hice. Hago todo lo que él me pide. Es como un gatito caprichoso. Al hacerlo pensé, al ver mis manos tocando esa fruta, en las manos de la madrastra de Blancanieves preparando la manzana mortal, y se me ocurrió que daría cualquier cosa, hasta mi belleza, por ser más audaz.