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Cómo salirse de la noche

CÓMO SALIRSE DE LA NOCHE

La piedad del día nos recoge al fin
del tormento afilado y ronco de la noche.

Hemos pasado el infierno del insomnio,
el purgatorio del sudor
con la cabeza sobre una almohada empapada,
la creciente molestia de una muela
que deviene dolor insoportable,
como el que da soñar lo que el deseo rechaza.

No quiero soñar lo que soñé y allí lo tengo,
en el caudal de alimañas de la noche.

Pero al fin canta un pájaro agorero
en la fronda del pino
y en un sueño sereno
comienza a diluirse la interminable espera.

El día, allí está el día,
afuera de este féretro.

Lo constatan el gallo, la motocicleta,
la escoba constante que en susurros tenues
arrastra la basura de los durmientes,

sólo empujar tantito la tapadera
rechinante de las cobijas,
alzar con la mano que no quiere moverse
el párpado desobediente, vamos, ánimo,
incorporar la carga del cuerpo desguanzado
y allí está el anhelado día
luminoso, cabal, al fin, reconocido, alegre.

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