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… Y DOS DOCENAS

(20)
NATURALEZA MUERTA
CON LIBRO

Sobre la mesa café
un tintero de seguridad
con el asa de alambre
de un lado desprendida.
Sucesivas ruedas azules en la tabla
por los desplazamientos del tintero.
Un manguillo con la pluma abierta
como las piernas
de una bailarina.
Por una ventanita
se ve el sol.
Lógicamente hay mucha luz.
Un block de dibujo,
de esos incómodos
que les exigen a los muchachos
en la escuela,
con su hoja blanca encima
sin usar.
Una cadena por ahí
de eslabones dorados.
Y en una esquina
el libro de la primera edición
de estas tareas.

Inmersión, canto 4º, 3

Ya no habrá de tocarme por edad revuelo ni sacudimiento,
Sino que he de morirme reposado, en transición perfecta,
Acostadito y sedado, cogido de la mano caliente que me entregue
A la materia inerte.
Porque el cáncer, lo que tiene, es que no es aldabón del entusiasmo
Sino cierre sin gracia de la serie de aventuras de colores de la vida.
Ya ni modo.

Un campo de batalla.
Un campo curioso de batalla
Porque los contendientes sienten más
Que es un asueto. Sólo que los términos asustan a los que están afuera.
¿Qué sarao es tal en donde el resultado es la aniquilación
de ambos festejantes? ¿No resulta, para empezar, desapacible?

El palenque donde los dos pájaros enloquecidos
-gallo, gallito, gallo-
Se destrozan con todo lo que pueden en vivas fuentes de sangre
Adornadas de colores con hermosas plumas
No necesariamente es acto doloroso,
Aunque a uno la sangre vertida le lastime los ojos
Que suponen tormento, laceración con daño irreversible
Y por lo tanto conciencia del perjuicio que la carne siente
Y lo que va a pasar con ella,
Ellos estarán contentos, divertidos,
Movidos del entusiasmo profundo que sacude a los héroes
En el momento preciso de aportar la vida como paga
franca del precio de la entrada.

Ponte a discutirle a Homero la belleza del instante
En que la espada hiende en dos por medio la cabeza
Feliz del contendiente cuyos dientes se riegan a la cancha
Y se vuelven semilla de valiente siembra.

Quiero decir con esto –y no aludo a la lidia de toros
Para no ser obvio- que basta de poner cursilería
En asuntos de la sangre y de tratarla con mimos de costurera.
Hay un paso que se da ya lejos del suplicio –esa
Invención sacramental de los cristianos, tan satisfactoria-
Que no es sino parte de la fiesta a la que todos
Tuviéramos derecho si no nos lo escondieran. O llegáramos tarde,
como pasa.

Así que,
¡A morirse, que no hay otra consigna!
¡A morirse, pues, adornos de la vida!
¡A morirnos!
¡Y junto con la muerte, que también se muere!

…Y DOS DOCENAS

(19)
NATURALEZA MUERTA
CON GUITARRA

Sobre la mesa café
un recipiente con lápices
de varios tamaños y colores
abiertos como flor.
Una carta timbrada.
Un montón de papeles arrugados.
Una lámpara eléctrica
con dispositivo para cambiar,
como la música,
el color de la luz.
Un pequeño radio de transistores
de tinte magenta.
Un tubo de pasta dentífrica
–lo siento.
Un modelo de carroza, a escala,
con todos sus cabellos blancos.
Al fondo de la mesa,
recargada en la pared oscura,
la guitarra,
con sus cuerdas todas sueltas
enrolladas las unas en las otras.

Inmersión, Canto 4º, 2

Sin melindres, el tiempo acepta lo que venga. ¿Aquí quién es
El tiempo? -se pregunta al notar que hay divisiones
Que no caen en las cuentas de minutos y segundos
que solían llevarse. Perdónenlo,
Está muy desconcertado.
No es que esté pensando
quién manda aquí porque esto es un desorden,
Al contrario, ahora es cuando inventa la sonrisa
Con que lo conocemos desde los retratos de la antigüedad-
¿Qué ya no son las horas
De sesenta minutos? Pues enséñenme cómo están contando
Porque intuyo que hay un secreto divertido en lo que pasa.
¿Y a quién se le ocurrió cambiar el juego? ¿Se podía?

¡Ay!–interrumpo tomando ejemplo de los desórdenes que veo
porque parece que no he entendido nada-,
¿les puedo decir lo que me duele, que no tiene
que ver con esto aunque está atravesado por las mismas flechas?
Que no puedo beber,
que tengo que estar sobrio por defecto, que me caen rete mal
unos mezcales, que nadie me lo impide pero no disfruto;
me apesadumbro, me invalido, me da cáncer;
ese sí que es castigo innecesario.
Un mezcal, un tequila, un ron añejo, lo mejor de lo mejor
Ya no me sabe.

Pero sigo: El tiempo natal que ya es vetusto cuando brota
Tiene también lo fresco de la yema cuando nace
Así que está dispuesto sin remilgos a montarse
En los lomos a pelo de la casualidad advenediza,
Y a cantar.

Entonces desfilamos todos para una pasada en limpio
De la vida. Se queda el tiempo con su desnuda voz nombrando
Las cosas en un acto creativo. Ya no eran la vida y lo suyo,
Como siempre, sino palabras sin usar puestas en marcha
Con un propósito nuevo. Algunas aprenden rápidas cadencias
Derrotistas y comienzan a tirar hacia abajo con su peso;
Es natural, en una situación precaria hay que ganarse los centavos
Del modo que se pueda. Pero había cajas de piezas recientes
De ingeniosos colores, había sencillos aparejos
Para enjaezar los términos que apenas brotaban a la pista
Con esperanzas flamantes. Es decir, se mira de otro modo;
la fina dirección del ojo ya muy entrenado,
Comienza ensayos mudos de inédita digitación
En un tablero sin cuerdas, percutores ni clavijas. ¡Va
De nuevo, muchachos! Agárrense a la cauda. ¡Va de nuevo!

Y comienza a zumbar, como la cola de un quetzal
Mientras está volando en torno del objeto ritual de su deseo.
Que él ve tan sabroso y tan redondo.

¿Que quién es él? Es el tiempo. Versátil y discreto.

Y está frente a la muerte.

… Y DOS DOCENAS

(18)
NATURALEZA MUERTA
CON CÁNTARO

Sobre la mesa café
un altero de arenillas blancas,
un altero de arenillas grises
y un altero de arenillas rojizas.
El foco,
que pende de las alturas
hasta poca distancia de la mesa,
da resequedad al ánima de las arenas.
Unas ramas enjutas
acompañan el pequeño desierto.
Hay cigarros sueltos
entre los montículos.
Hay también un San Isidro
sobre su pedestal de madera rugosa
y a su lado una caja de alcancía.
Muy solo,
muy aparte,
un cántaro de barro vidriado,
vacío,
decorado con motivos florales
y con aves.

Inmersión, Canto 4º, 1

Me desperté con pantalón vaquero, camisa de cuadros,
Cinturón con hebilla y sombrero tejano, bien raro
Porque yo ni norteño soy, pero era un vestuario anímico
Y no me opuse. Tosía como persona del norte,
Fronterizo, simpático, ligero, con flemas en inglés.
Y completamente bilingüe, de modo que cuando
Me soltaba en gabacho no me comprendía yo nada,
Pero me tuve confianza, sabía en lo más abullonado
De mi corazón que no me traicionaría hablando mal de mí.

Sube el audio –le digo- estoy choreque; luego por eso creen
Que los lenguajes son insuficientes. Pero ella sólo frasea,
Como si lo mío fuera pereza auditiva. No, mi reina,
se me está deteriorando, no oigo bien.
Aumenta tu volumen.

Pude así contar a todos las desgracias físicas que me acongojan,
La del aire, sobre todo, que es la peor: lo suelto todo en impulsos
Repentinos, uno tras otro, sin darme tiempo a llenar de nuevo
El globo y con eso me limito el mayor de los placeres humanos
Que es hablar.

Y lo decía yo perorando tan a gusto
En un descampado por donde corría mi voz con frescura
Ante miles y miles de personas interesadas en mi prédica.
La voz sabe tener un filo tan cortante que rebana
Toda distancia posible y es capaz de llegar a donde el cangrejo
Deslíe la misteriosa dirección de su enigmático andar.
Por eso creen algunos que sus dioses los oyen.
Taconeo, entonces, taconeo, taconeo a lo norteño, con humor.

Del fondo muy profundo de los lenguajes viene el cáncer –canto-,
Del indoeuropeo, de antes, de un hombre acuclillado a la orilla
Del agua viendo salir unos extraños animales que caminan de lado.
Cáncer, kan-cer; cahn-ser, y la garganta amoldándose para construir
La palabra reflejada en la noche en la tela superior de lo alto
Con diminutas luces que hacen el dibujo del cangrejo, Cáncer.
Tan modulada la voz como en este momento, que alcanza al cielo.

Allí va ya veloz mi jabalina cortando el aire, qué preciosa;
Vibra como una vena enamorada.

…Y DOS DOCENAS

(17)
NATURALEZA MUERTA
CON TIMBRES POSTALES

Sobre la mesa café
una pequeña tabla craquelada.
Los colores van puestos
sin orden ni concierto:
aquí azul,
allá rojo,
acullá morado,
qué sé yo,
pinceladas amarillas y verdes,
y mucho blanco,
abundante iluminación.
Una alta torre
de cajas de cerillos.
Una cinta magnetofónica
con todo el principio desenredado.
Y timbres postales,
montones de timbres postales
de todos los países.

El Delta, Canto 3º (sigue)

Como una broca la enfermedad horada el tiempo.
Busca por dentro nervios desconocidos, nuevos
Ligamentos que responden a relaciones diferentes
Y contestan de distinta manera los estímulos, caminan
En direcciones exclusivas hacia centros novedosos
En la cuenta de la experiencia del día; se aparecen
Estados de ánimo nuevos, emociones inéditas,
Cargas de profundidad que jamás han explotado
En estas aguas en que ahora estallan y remueven universos
de peces y de algas, de líquenes, de corales. O pecios de naufragios
Olvidados cientos de años en su lecho de agua.

Mira qué extraña y activa esa tristeza cuyo color es vivo
Como el de la buganvilia, mira qué humo tan acogedor
El que derraman esas ramas ardientes que siguen el movimiento
De las manos, hacen bailes completos e inexplicables
-como la bailarina de la que estuve toda mi juventud enamorado:
ella era ilusoria y yo un muchacho ilusionado-;
seguro que nada es nuevo sino que allí ha estado como esa humedad
que sube constante a las manchas de salitre de mis poemas.

Déjame que me acerque y pregunte por las cosas
Que perdí de vista y de memoria y se quedaron enterradas
En donde ahora perfora esta dolencia generosa.
Esta especie de sueño me perturba y envejecido, caduco,
Me dejo llevar de la mano ensayando sonrisas de capricho.

Allí voy, mírame: un poco encorvado, yo que fui tan orgulloso
De mi pasos y mi gallardía animal en la pradera, y mira cómo
Se me ven resabios de una cierta ternura que no se desgastó
En su autonomía silvestre. Y mira el cáncer, cómo me sigue
Como un perro tras de mí, educado a mis pasos y entretenimientos.

Qué de corrientes de aire se sienten en este cruce, lástima
Que no tengo pelos que vayan para uno y para el otro lado.
Llenara de fiesta la vista de los demás. Pero todo el cabello
Se perdió en batallas que no sé ya si valieron la pena
O fueron sólo encharcamientos extendidos hacia donde
No había nada que hacer con los conjuros afuera de lugar.

Mira: en los fondos arenosos, entre el limo y las pastas
De plancton, aparecen destellos de brillos que ahí andan
Y allí anduvieron siempre, esperando el barreno
Que tuviera la gracia y penetrara. Es el cáncer, hermano,
Es la palabra que empieza a desperezarse y descubrir su gracia.
Quitémonos un poco de su lado, no hagamos alboroto,
Dejémosle su suavidad de onda submarina. Que allí se goce
En las minucias de sus hallazgos. Shhh, callémonos.

…Y DOS DOCENAS

(16)
NATURALEZA MUERTA
CON SOPERA

Sobre la mesa café
mantel de plástico
con flores verdes.
Panes dorados repartidos.
Entra la luz del sol
por una gran ventana.
En el centro,
un refresco familiar embotellado.
La mesa puesta
para tres
con loza blanca.
Los cubiertos espejeantes
en su sitio.
Vasos,
cristalinos.
Una taza, de la misma loza,
hecha añicos.
La sopera humeante,
apetitosa.

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