Esta conocidísima estrofa del Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz, está siempre en litigio sobre si debe decir déjame o déjanme. A mí me gusta más la versión de las ediciones antiguas, que es la segunda, y aquí justifico por qué.
Y todos cuantos vagan
De ti me van mil gracias refiriendo
Y todos más me llagan
Y déjanme muriendo
Un no sé qué que quedan balbuciendo.
Son las almas que van ya en busca de Dios las que vagan, por eso pueden referirle gracias del amado, las mismas que van buscando y ya atisban, y lo dejan llagado con la llaga del deseo de estar en su lugar pues están ellas más cerca del objeto amado, por lo que al ir muriendo (ellas, esas almas afortunadas) le dejan signos difíciles de descifrar: un no sé qué que quedan balbuciendo. No es él (la esposa, el alma) quien muere, son las almas que vagan en trance de muerte, cuya voz terrena ya sólo es balbuceo.
Lo aclaro porque San Juan me hizo el favor de prestármela hoy para una promoción y no vayan a pensar que es errata mía (o de él).