Conversación en domingo

Quedan poemas de La patria vieja para hoy, mañana y el martes, y ahí se acaba el libro, sexto publicado en este blog y escrito entre 1973 y 1985. Recordarán ustedes –quienes se asomaron a las primeras páginas de la bitácora- que el propósito era publicar los poemas inéditos que entonces tenía, pero se acabaron prontísimo y acarrearon la presentación en sociedad de los anteriores y los anteriores. Por quedar, quedan muchos, así que podemos seguir centaveándolos y publicando uno diario durante otro año. Por cierto, el poema de hoy, que es el que le da título al libro, es un poema bastante largo; ármense de paciencia y poniendo los ojos en blanco digan conmigo: en fin, es domingo, qué le vamos a hacer. Y ya que es día de descanso y de esa holgura que promete dones que durante la semana son escasos, como la serenidad, la conversación, la intimidad, el ocio, sería bueno paladear la lectura y luego hablar de lo que va a pasar a partir del miércoles. A ver si charlando de ello se me ocurre algo porque estoy como el que va presentar el examen final y luego no sabe qué va a hacer con la carrera.

Ya no me es tan fácil cada día, como a la mitad del año, cuando cogí carrerita, encontrar un tema tirado en el pasillo de la casa; ya levanté todos y descolgué los que había en las paredes y abrí los roperos y las alacenas para mostrar sin tapujos ni rubores falsos cómo es mi casa y cómo son mis días y mis horas; de sobra he instruido a quienes tienen la fineza de leerme sobre mis visitas al hospital a las aplicaciones de quimioterapia y de los efectos, a veces leves y otras no tanto, de los medicamentos adentro de mi sensible persona y de las consecuencias que algunos de ellos han provocado. Y como, para colmo, mi vida está bastante limitada a los ámbitos referidos, pocas aventuras hay, de ciudad o de campo, laborales o de sociedad, que me dieran pasto de ese que endulza la mano cuando se acerca para alimentar el ganado de la curiosidad. Es cierto que tengo los periódicos cerca, de donde no pocas veces he tomado informes, pero no me apetece hacer glosa de las noticias del mundo, no siento que haya nacido para eso.

Pero lo que debo confesar, antes a mí que a ustedes, es que me gusta mucho tener la obligación diaria de escribir aquí, por lo que desecho la idea de dejar de hacerlo o incluso de cambiar la periodicidad. Podría modificar quizás el formato, la estructura de los textos; buscar caminos diferentes, ponerme retos. Pero eso sería ir a más, y no sé si quiero ir a más, o simplemente seguir con lo que hago. Qué inquietud. Todo dependerá también, por supuesto, del estado de mi salud, porque el ánimo, que es el que pasa la gasolina a los pistones, a veces inyecta más y a veces nomás tose. Bah, es domingo, faltan lunes y martes; ya se verá. Hoy, que ya se diluyeron los efectos de la última aplicación médica, sería bueno tomarse un mezcalito y sentarse a platicar con algún amigo de tantas cosas estupendas que se podrían hacer si se pudiera.

Entradas creadas 980

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Entradas relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.

Volver arriba